La última sesión del Parlamento extremeño registró un interesante debate sobre la situación económica y las herramientas para salir de ella --mucho mejor atemperarla, porque si algo está claro en esta coyuntura es la escasa capacidad de las comunidades autónomas para dar, por sí solas, la vuelta a la tortilla de una situación que trasciende los Estados.

Fernández Vara planteó una idea que, sobre todo en estos momentos, merece cuando menos discutirla con calma: la creación de un banco público, al modo del Instituto de Crédito Oficial (ICO). El planteamiento es claro: una de las causas de la crisis que padecemos es la falta de fluidez del dinero: los bancos no dan créditos a particulares y empresas. Desde todas las instancias de la Administración, además de poner en circulación deuda pública, se han hecho llamamientos --más o menos enérgicos y siempre desoídos-- para que las entidades financieras den créditos, pero el resultado es desalentador. Si la economía necesita un sistema financiero que haga circular el dinero y el que hay no lo hace, es lógico pensar en una herramienta que, en la medida de sus posibilidades, sustituya la función de la banca en tiempos de dificultades. La respuesta del PP ante esta propuesta fue más tímida --quizás, más recelosa-- de lo que cabía esperar: no de otro modo puede interpretarse el que José Antonio Monago esperara a conocer "la letra pequeña" para pronunciarse sobre esta iniciativa del presidente.

El debate dejó, sin embargo, una inesperada pregunta en el aire: ¿es el nuevo presidente del PP renuente a la fusión de las Cajas? Su respuesta a las manifestaciones de Fernández Vara en el sentido de que esa fusión "es imprescindible porque o nuestras Cajas se unen o las unen otros", permite formular esa cuestión. Si Monago afirma que a ese debate le "sobra pasión y opinión y le falta ciencia", el mensaje que subyace es que los planteamientos --evidentemente, los que conducen a proponer la fusión-- no son correctos. El PP, faltaría más, está en su derecho de tener una opinión sobre la fusión o su contraria, pero haría un servicio a la sociedad si la explica con claridad; aunque lo que quede claro sean sus dudas. Porque ante una situación convulsa como la que vive la economía, cuando todos los analistas auguran cambios radicales en el mundo financiero, con fusiones como nunca se han visto, el partido que aspira a gobernar la región debe situarse con precisión ante una decisión estratégica como es la fusión de las Cajas de ahorro, con independencia de que esa fusión la tengan que decidir sus órganos de dirección.

Por otro lado, por primera vez la Junta de Extremadura ´ha puesto precio´ a la continuidad de Almaraz: 600 millones de euros. La exigencia de compensaciones por el mantenimiento de la central es muy oportuna, pero en todo caso es un mensaje que apunta a la empresa propietaria de la misma... y también un recado para el Gobierno de Zapatero, que es el que tiene que tomar la decisión de prorrogar o no la actividad de la nuclear. No está de más que tenga bien presente que Almaraz no puede ser gratis.