Italia y Europa pueden respirar algo más tranquilas. El Gobierno de Giovanni Letta se ha salvado. Silvio Berlusconi dio la semana pasada marcha atrás en su chantaje y los parlamentarios de su partido dieron su confianza al Ejecutivo, que sale reforzado para poder desarrollar un programa que contempla dos reformas inaplazables, la ley de presupuestos y una nueva ley electoral que evite la actual situación de bloqueo. Sin embargo, ello no significa que el país entre en la senda de la estabilidad política.

De la opera buffa vivida estos días, una cosa parece clara y es el declive, esta vez sí, de Berlusconi. No habrán sido los jueces a los que tanto odia ni los comunistas que ya casi no existen quienes le han movido la tierra bajo los pies. Ha sido su propia gente la que le ha desafiado abiertamente, y de este episodio queda un Berlusconi muy tocado, desautorizado por buena parte de los suyos, en pleno declive político.