Cuando Bernardo Atxaga era un crío, el maestro de su pueblo le golpeaba en las puntas de los dedos si hablaba euskera. No fue suficiente: "Cuando empecé a escribir, entendí que si lo hacía directamente en castellano, traicionaba mi mundo afectivo". Hoy, el autor de Obabakoak (éxito que le valió el Premio Nacional de Literatura de narrativa en 1989) es una de las figuras que interviene en la clausura de la fiesta literaria Kosmopolis.

Joseba Irazu Garmendia (Asteasu, Guipúzcoa, 27-7-1951) escogió un seudónimo para no dar pistas a la policía en su época universitaria (se licenció en Económicas en Bilbao y, más tarde, en Filosofía en Barcelona). Bernardo se llamaba el amigo que le dejó la máquina con la que empezó a escribir y Atxaga era el segundo apellido de su padre. Los primeros 13 años los pasó sin salir del pueblo, lo que le sirvió para recrear magistralmente lo que él llamó Obaba. En las postrimerías del franquismo, sus dos hermanos fueron encarcelados por motivos políticos y él tuvo que trabajar en un banco.

Ideológicamente, con los años ha ido decantándose a posiciones cercanas a IU, a la que considera "la chalupa entre las dos orillas" de nacionalistas y no nacionalistas. El fue quien bautizó al movimiento Elkarri (que significa algo así como reciprocidad), que defiende una salida negociada al sinvivir de Euskadi.