Escritor

El PP está orgulloso de su trabajo y no se recata en la publicidad de recordárnoslo. El ciudadano de Sinforiano Madroñero se espeja en la fuente de los chorritos y se enorgullece. La última gran noticia es la subida en Extremadura de la vivienda un 19%. ¡Olé con el PP, que facilita la riqueza de unos cuantos! Pablo y Virginia pensaban todo esto ensimismados en la fuente donde una pareja se inmortalizaba. Ellos también hubieran hecho lo mismo, pero en el 95 todavía no había fuente. Estaba Sinforiano Madroñero muy cerca en la fosa común del cementerio de los placeres, como los llaman en Portugal a los cementerios, aquí no se sabe, porque es de infausta memoria. El la tenía cogida por el talle. Llevan diez años pagando una hipoteca de apenas 125.000 pesetas, y qué es eso frente a la inmensidad del océano, o frente a las desgracias de Irak, donde hoy puedes tener una vivienda y por la tarde tenerla en el suelo por un obús. Disfrutaron esa tarde como hacía tiempo. Se tomaron en un chino un arroz tres delicias acorde con el tiempo. Cruzaron miradas y promesas. Se volvieron a prometer. Del 2006 no pasaba que ella se quedara embarazada. En el 2010 irían los tres en el AVE a Madrid según promesa de Alvarez Cascos.

A las cuatro de la tarde se levantó un viento solano que no se sabía a cuento de qué venía. En Conil, cuando llega el levante la gata también se pregunta a que coño viene ese viento que los pone locos de la cabeza. A él también el viento solano le fastidia. Le produce una insatisfacción indefinible. De pronto, pensó en la hipoteca, la llevan cubriendo ya diez años, pero faltan veinte, y no toca la Primitiva, pese a la cola de portugueses que vienen a jugar. Se había formado un silencio entre ambos mientras él hacía una mesita de madera para sostener La Iliada y El Paraiso Perdido de Milton. Hasta una enciclopedia le iban a entregar poco a poco.

A las nueve de la noche estalló como una galerna inesperada y le clavó el cuchillo de la cocina hasta cuatro veces, mientras el constructor de su vivienda se jugaba los euros en el Casino de Estoril, y Rato explicaba uno de sus gráficos en un programa de Carlos Dávila.