La subida ayer de las bolsas europeas --3,22% la de Madrid-- es la consecuencia positiva del descenso en medio punto de los tipos de interés decidido por la Reserva Federal de EEUU. En cambio, el fortalecimiento del euro, a un paso de cambiarse a 1,40 dólares, reduce la competitividad de las exportaciones, sobre todo de los países con un comercio exterior más débil, como España. A lo que hay que añadir que la apreciación del barril de crudo Texas, que ha alcanzado los 82 dólares, amenaza con contaminar el de Brent, cuyas subidas hasta la fecha ha absorbido en gran medida un euro que cotiza al alza.

Contrarrestar los efectos más perniciosos para Europa de la decisión de la FED es un desafío para el Banco Central Europeo (BCE) próximo al de resolver la cuadratura del círculo. Mientras el banco central de EEUU toma decisiones sobre un sistema económico unitario, el BCE opera sobre un mosaico bastante heterogéneo. Cada vez que mueve pieza, el BCE debe proteger el dinero de los ahorradores que operan en las bolsas de la zona euro, los intereses de los grandes exportadores y el riesgo de inflación si relaja la vigilancia sobre el precio del dinero. En EEUU, temerosos de estar a las puertas de una recesión, han optado por abaratar los créditos. Pero incluso allí hay analistas que temen que esta medida tenga efectos inflacionistas y estiman que es más prudente la vía europea: no tocar los tipos y cuidar a los ahorradores que colocan su dinero en la renta variable. Trichet, presidente del BCE, parece compartir esta idea a pesar de las presiones de Francia y de algunos hóldings empresariales.