TEtl asunto del botellón frustrado me ha dejado muy mal sabor de boca. No es que yo lo practique. Ya no estoy en la edad, pero estos días he escuchado y he leído cosas que sobrepasan el mal gusto y algunas rayan el límite de lo tolerable.

El botellón tiene en España un desarrollo temporal bien definido. Arranca de la Transición y fue creciendo poco a poco en todas las capitales y ciudades grandes a imitación de Madrid. De él sólo se ve la suciedad que deja, el ruido que produce, el uso de drogas y todo eso. Nunca se ve como un modo de relacionarse, como tantos otros. A mí me parece que antes que nada es algo sociológico. Si ha de resolverse, que no estoy seguro, no va a hacerse con medidas policiales.

Hemos pasado en pocos años de una sociedad en la que todo estaba prohibido o mal visto a otra en la que todo se permite. Sobre todo en casa. Los padres no saben qué hacer y muchos no están dispuestos a dejar la vida cómoda y delegan en el colegio la educación de su prole. Eso es un error. No hay colegio que corrija la mala educación familiar.

Y, además, está la televisión, que sólo parece embrutecer y deformar.

El botellón es un modo de comportarse y no es malo en sí mismo. Nosotros vamos de bar en bar con los amigos y hacemos lo mismo: hablar y beber. También ensuciar. Véase el suelo de los bares de Badajoz. Pero a eso no se le llama botellón.

Lo que no aguanto es que a los chavales se les insulte porque ensucien o se diga, generalizando, que se emborrachan y toman drogas. No seamos hipócritas. Si beben es porque no se les ha enseñado a beber. Si son sucios y descuidados es porque los padres no los han enseñado a ser cívicos con el ejemplo. Y en cuanto a las drogas... Mejor callarse. Los muchachos se comportan, en general, como sus padres, en los aciertos y en las tonterías. No nos llamemos a engaño. Esto es un problema de educación, no de policía.

*Arqueólogo