WEws tan largo el rosario de errores de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) durante la era de George Tenet, que la única explicación a que Bush haya tardado tanto en deshacerse de este jefe del espionaje es que debía creer realmente en él. Tenet ha convertido a Bush en uno de los presidentes con más fracasos de la historia de Estados Unidos: no evitó el 11-S, no logró capturar a los culpables, proporcionó pruebas erróneas sobre las armas de destrucción masiva para impulsar una guerra ilegal y suministró luego datos equivocados sobre cómo actuar en Irak tras la caída de Sadam . Bush parece no haber tenido más remedio que desembarazarse de Tenet, aunque ya esté en plena precampaña electoral y eso le dé indirectamente munición de ataque a Kerry, el aspirante demócrata a la Casa Blanca que le saca ventaja en los sondeos. Es una apuesta estratégica: soltar lastre para intentar que el electorado crea que los errores no eran suyos, sino de quienes le han estado informando y asesorando mal. Al mismo tiempo, inicia su actual viaje a Europa, donde se reunirá con sus disgustados aliados, ofreciéndoles un chivo expiatorio y buscando que éstos acepten hacer ahora borrón y cuenta nueva.