El pasado jueves empezó a excavarse una fosa situada en el barranco de Las Albarizas en busca de los restos de dos mujeres que fueron asesinadas en septiembre de 1936, Ursula Sánchez Mate, que entonces tenía 56 años, y Bernarda García Hernández, de 26. Las dos eran jornaleras. Cerca de esa fosa se cree que hay otra en la que se encuentran tres cadáveres más, de Florentina Quintana Huertas, que tenía 62 años cuando murió, y de sus hijas Angela Tornero Quintana y Ana Tornero Quintana, de 26 y 25 años. Las tres también eran jornaleras.

Sus familiares cuentan que las cinco fueron tiroteadas en El Tudal por notorios falangistas de Villanueva de la Vera y enterradas en las cercanías. Ahora quieren sus restos para darles la sepultura digna que no han tenido. ¿Alguien sería capaz de negarle la sepultura debida a Florentina Quintana Huertas, a sus hijas Angela y Ana, o a Bernarda García Hernández y a Ursula Sánchez Mate? Pues de eso tan simple se trata: de hacer justicia; de que los muertos republicanos de la Guerra Civil tengan la misma digna sepultura que el resto de los ciudadanos. No hay que buscar enfrentamientos ni disputas inútiles. Se trata de llevar, por fin, la paz a los que todavía son muertos de guerra.