WUw n día con otro no hay tregua en Cáceres en la discusión sobre las relaciones de los socios del gobierno municipal. Desde la misma fecha en que el PSOE suscribió el pacto con IU y Vela comprometió su apoyo externo, ninguno de los protagonistas ha podido sacudirse la sensación de que la fragilidad condiciona la gestión diaria. En este año largo desde que Carmen Heras tomara posesión de la Alcaldía se han sucedido los desencuentros, las peleas, los retos, las amenazas...todos tirando sobre la línea de flotación de la coalición. Por si fuera poco, el último episodio en las rencillas ha tenido algunos ingredientes que lo hacen más preocupante. Y no únicamente porque, a diferencia de lo que hasta ahora era costumbre --que el desencuentro lo protagonizara el concejal de IU, Santiago Pavón-- fuera Vela el que marcara distancias al poner fecha de caducidad al compromiso de apoyar a la alcaldesa, sino porque, al contrario que otras veces, Heras reaccionó trasluciendo un nerviosismo que en este tiempo había sabido, si no ocultar, sí disimular mejor. Sus manifestaciones en el sentido de que en las críticas hacia su gestión subyace un sentimiento machista, puesto que se le está exigiendo más por ser mujer, fueron desafortunadas. Se pueden entender como desahogo, pero han denotado nerviosismo, debilidad. Incluso falta de memoria, puesto que uno de los eslóganes de su campaña electoral --"Ahora, una mujer"-- había pretendido hacer del sexo del candidato --candidata, en este caso-- un valor político.

En estas condiciones, con el grupo mayoritario sintiéndose acosado por los concejales que los apoyan, nunca se ha oído con más nitidez que estos días el mensaje de que el gobierno local está empleando la mayor parte de sus energías en mantener su precaria estabilidad. No en gobernar, no en gestionar los asuntos para los cuales la gente fue a votar. Y es preciso acabar con eso. Es preciso llamar a todos a la responsabilidad de que tienen que gobernar.

Los representantes de los ciudadanos de Cáceres en su ayuntamiento están poniendo en escena una de las versiones de la conducta política menos presentable: la de anteponer los intereses partidistas a los de la ciudad. El resultado de las urnas fue el que fue: envenenado. Aritméticamente e incluso por asuntos personales. El resultado no se puede cambiar, pero sí se puede cambiar la actitud de los que tienen la obligación de gestionarlo. Para que lo hagan sin que se resienta la gobernabilidad de Cáceres. No se puede gobernar una ciudad adoptando la actitud ventajista de asociarme a un gobierno sin asumir la responsabilidad de lo que eso significa.

El gobierno de Heras vive horas bajas. Si se acentúa la presión puede caer. ¿Y si cae, qué? El PP es la lista más votada. Si Vela cambia su voto lograría una mayoría suficiente y aparentemente menos inestable. Pero no por ello se disipan las dudas sobre la mejoría en el gobierno local puesto que, a la vista de la oposición que ha hecho el PP en este año largo, cabe preguntarse si este partido está preparado para asumir la gestión del ayuntamiento. Porque, en una democracia, la oposición también gobierna: la oposición, y más en este caso, debe dar a los ciudadanos la imagen de que el ´plan B´ que representa es una opción fiable. ¿Lo ha dado en este tiempo el PP? ¿Más allá de sus resultados electorales, se ha ganado el mérito de que los cacereños lo consideren alternativa a la situación actual? En la respuesta que cada uno dé a esta pregunta está el futuro de la actual mayoría y el del ayuntamiento.