TCtáceres tiene que ser Capital Cultural. No me importa cuándo. Cáceres tiene que ser capital cultural, patrimonial, cívica y turística.

Paseo por Cáceres un sábado. Evito la zona medieval archiconocida desde hace años y me sumerjo en esa zona donde se miden las ciudades, la zona de ensanche, la que cuando hay degradación urbanística aparece con heridas más profundas, y compruebo que la belleza de su zona monumental se ha extendido a esos aledaños de Cánovas que aparecen limpios, ordenados, libres de mamotretos arquitectónicos y llenos de vida. Y me invade una sensación de envidia que me mata (Plaza de España de Badajoz, mezcla absurda de aluminio, catedral, neón y toldos). Y sigo hasta llegar a Los Castellanos para comprobar cómo un ciudadano, si es cacereño, puede caminar al sol una mañana de febrero y llegar a zonas ajardinadas, sin bloques de cemento y fuentes en descampados, donde se puede vivir respirando oxígeno y comprar el pan casi en el centro de la ciudad en cinco minutos y sin coche.

En mi ciudad pacense también puede hacerse pero después de despedirse uno de la familia y caminar hasta Las Vaguadas un buen rato.

Un día me enamoré en Cáceres y ahora me enamoro de Cáceres. La clave se llama vertebración y tiene un origen en la sabiduría de un alcalde, Canales, que supo ver el futuro más allá de la destrucción de monumentos (¿quién se acuerda del botarate que destruyó el Badajoz amurallado?) y ensanchó su mente para ensanchar con la razón su Cáceres.

Ahora toca ensanchar espíritus mediante la cultura y el buen sentido. Y creo que la cosa va bien. No hace falta una fecha cuando ya se es Capital de la Cultura y de la Humanidad (humanismo diría yo).

*Dramaturgo y directordel Consorcio López de Ayala