La detención en el breve plazo de seis meses del tercer jefe máximo de ETA es un indicativo nada desdeñable de la salud operativa de esta organización terrorista: está en uno de sus momentos más bajos. Pero, en conexión con esas detenciones, existen otros datos tan o más significativos sobre la salud política de la banda terrorista. Me refiero a los comentarios de los partidos políticos en Euskadi, especialmente a los del PNV.

El portavoz en el Congreso de los Diputados de este partido ha afirmado, tras la detención de Jurdan Martitegi y otros etarras, que ETA se encuentra en el camino del declive. Y, aunque parezca una opinión evidente y compartida, no lo es, pues es la primera vez que desde el llamado nacionalismo democrático se asume la tesis de que ETA y su tiempo pueden estar acabándose. Es la primera vez que desde el PNV se afirma que el fin de ETA puede estar cerca.

Para ver la novedad de esta afirmación basta recordar las muchas afirmaciones de sus líderes al respecto: ni Franco pudo con ellos, si se detiene a un comando aparecen otros nuevos, solo el diálogo y la negociación política lograrán el fin de la violencia terrorista, y la tesis que sustentó la apuesta nefasta del pacto de Estella/Lizarra : solo si se concede a ETA el derecho de autodeterminación y la territorialidad acabarán la violencia y el terror. El propio Juan José Ibarretxe no ha renunciado nunca a usar tanto la normalización política como la pacificación en la defensa de este derecho. En este contexto, las palabras acerca del declive de ETA pronunciadas por Josu Erkoreka son muy significativas.

XLO QUE IMPORTAx saber es hasta qué punto son palabras asumidas y refrendadas por el PNV como tal. Si lo fueran, sería un paso decisivo para el final de ETA. No pocos han sostenido, o hemos sostenido, que para conseguir el final de ETA la actitud del PNV era tan importante como la lucha policial contra la banda. Y lo hemos sostenido porque la fuerza de ETA ha radicado más en la creencia impuesta por ella en la mentalidad de casi todos los vascos de que era invencible, que en la legitimación indirecta que recibía por planteamientos que seguían hablando de un conflicto político con el Estado, por planteamientos que seguían diciendo que se compartían los fines de ETA, aunque no los medios.

Es preciso aclarar con la mayor nitidez posible que, cuando se habla de la actitud de alguien ante ETA, la cuestión primordial no es, al menos no la exclusiva, si condena o no el terror de ETA. Se trata de algo más complejo: se trata de si se acepta con todas sus consecuencias lo que se contiene en los términos deslegitimación política de ETA. Y el PNV sí ha aceptado estos términos, tanto con su voto a la ley de atención a las víctimas aprobada por el Parlamento vasco en los últimos meses de la legislatura anterior, como en la resolución del último pleno de ese mismo Parlamento condenando la amenaza de ETA de atentar contra el nuevo y aún no constituido Gobierno de Patxi López .

¿Qué significa deslegitimación política de ETA? Que ni sus medios terroristas ni sus fines políticos son legítimos. ¿Ha llegado el PNV a extraer todas las consecuencias de asumir como propios esos términos que se refieren a la deslegitimación política de ETA? Es preciso subrayar de nuevo que los espacios de corte con el terror de ETA van muchomás allá que la simple condena de sus atentados, algo en lo que el PNV no ha fallado nunca.

Pero hay, recurriendo a términos actuales del lenguaje de los ordenadores, varias interfaces donde se dan, o se pueden dar, contactos entre el nacionalismo y el terror de ETA. Dos de esas interfaces aparecen con toda claridad en las bases que propician el pacto de Estella/Lizarra: el dar por muerto el Estatuto de Gernika reclamando un marco jurídico-institucional nuevo para el pueblo vasco, y la negación del pluralismo y de la complejidad de la sociedad vasca, excluyendo a los no nacionalistas de la participación efectiva en la definición política de Euskadi.

Pues bien: en una entrevista concedida por Joseba Egibar a un medio de Bilbao el domingo, 19 de abril, volvía a afirmar que la única solución para Euskadi estaba en el camino marcado por Ibarretxe. Ahora bien: el caminomarcado por Ibarretxe --y tiene razón Egibar cuando habla en singular, pues todos sus planes no son más que uno que, a su vez, no es otra cosa que vestir con otros ropajes la nefasta apuesta del pacto de Estella/Lizarra-- está instalado en esa interfaz en la que la negación del Estatuto y la negación del pluralismo y de la complejidad de la sociedad vasca se tocan con el terror de ETA.

Por otro lado, Xabier Arzalluz ha afirmado que ETA está haciendo un favor a los socialistas, pues el que estos sean objetivo prioritario de futuros atentados aumenta su caché fuera de Euskadi, en España, en palabras del mismo líder. Implica esta afirmación, más allá de otras consideraciones, una visión muy relativista y simplemente instrumental del terror de ETA. Las palabras de Erkoreka son un paso muy positivo para la sociedad vasca. Esta necesita tanto la desaparición de ETA como la reformulación de la doctrina nacionalista. Entonces amanecerá, de veras, un nuevo día para los vascos. Pero aún falta un camino para que sean realmente creíbles.

*Presidente de Aldaketa

(Cambio para Euskadi).