TDtespués del insólito dúo de los dos grandes partidos políticos, PSOE y PP, a mayor gloria del equilibrio presupuestario por mandato constitucional, empezamos a tener una ligera idea de que estamos en campaña electoral. El vídeo de Rubalcaba, sí , lanzado por el PSOE y maliciosamente remedado por el PP al día siguiente, es su manifestación más clara de que, en contra de lo prometido por los dos principales contendientes, podemos acabar en una campaña tan vulgar como las demás.

De todos modos, cuando nos dicen que se está hundiendo el barco carece de sentido discutir sobre la decoración de los camarotes. Por eso no acabamos de ver clima de campaña en una pugna que parece darse ya por librada, dos meses y medio antes, con la cantada victoria del PP, aunque la adhesión del electorado a Mariano Rajoy vaya a convertirse en una especie de matrimonio sin amor.

Lo describía con mucha gracia la corresponsal en Madrid del periódico polaco Polityka , Alexandra Lipczak . Tal que así: "Será un matrimonio sin amor a falta de un pretendiente mejor. La novia calcula que peor que ahora no será. Sin embargo el quid del asunto reside en que ella misma no sabe con quién se casa porque el novio guarda sus secretos por miedo a que la novia escape cuando hayan llegado al altar".

En ninguna campaña reciente ha estado tan cantado el ganador. Tampoco es habitual que el adversario renuncie de antemano al clásico y voluntarista anuncio de que, por supuesto, la victoria será suya y no contempla otra hipótesis. Rubalcaba lo matiza: "Nunca he dicho que vamos a ganar". Se queda con el "Salgo a ganar", que no es lo mismo. Por si acaso, ya nos ha dicho lo que piensa hacer antes que nada, al margen de las medidas contra la crisis económica, que siempre será lo más urgente, si llegase a ganar las elecciones de noviembre.

Se trata de un proyecto de ley sobre el derecho a una muerte digna y otro sobre igualdad de trato. Ambas iniciativas se quedaron pendientes en la carpeta de Zapatero . Y eso quiere decir que Rubalcaba no va a marcar excesivamente las distancias con el aún presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, lo cual facilita sobremanera la tarea a los diseñadores de la campaña del PP.

De momento el candidato tiene motivos para agradecer el creciente y discreto alejamiento de Zapatero de la vida política nacional. La intención es cederle todo el espacio al candidato con la excusa de que el presidente está exclusivamente centrado en la evolución de la crisis económica y bastante tiene con estar cambiando impresiones de forma permanente con sus colegas europeos. Fue su excusa para dejar la silla vacía en el Senado cuando esta semana pasó por la Cámara Alta la reforma constitucional que impone el equilibrio presupuestario.