Hoy no hablaré de Liberia, ni de las aventuras del Real Madrid en China. Quiero hacer un canto a esos hombres excepcionales, geniales, superdotados, brillantes, fenomenales a quienes llamamos abuelos. Capaces de ser enanos o gigantes, y siempre dispuestos a hacer sonreír a sus nietos, leerles un cuento o contarles la historia de sus vidas ¡miles de veces!. Desde estas páginas, la más humilde y sencilla y en nombre de todos los nietos del mundo que piden un día oficial del abuelo, quiero tocar vuestras manos desnudas de tantos sueños que el destino abortó, y descubrir vuestros corazones, manantiales escondidos de amor, paciencia y generosidad. Sois héroes escondidos, que supísteis escribir las historias más bellas en tiempos difíciles forjando el presente que hoy vivimos.

Vuestros corazones saben en silencio el secreto de los días y las noches. Quisiéramos saber en palabra lo que tuvísteis en el pensamiento. Renunciando a risas y placeres, dejásteis regueros de dulzura y amistad. Llenásteis vuestras vidas de cosas pequeñas que hoy riegan vuestras mañanas y refrescan nuestros atardeceres con cosas grandes. Cuando os escuchamos contar las mil batallas ganadas adivinamos la verdad de un pasado con sabor a buen vino. Nos habéis enseñado que el ayer es sólo la memoria del hoy y el mañana el ensueño del ahora y así convertísteis el tiempo y el amor indivisible y sin etapas. Sé que no sois torrentes que bajan con fuerzas al mar llevando los secretos de las colinas, sino hilos plateados de agua dulce y cristalina, que siguen fecundando los ángulos y las curvas de la vida de vuestros hijos y nietos antes de evaporarse en la playa en el atardecer de los días.