En la pausa de la Semana Santa, doy por bienvenidas las horas destinadas a la lectura. Primero y principal, porque no hay que batallar por ellas. Acostumbrado, como estoy, a actuar como un delincuente, robándole tiempo al tiempo, al sueño, y al comer, incluso, en algunas ocasiones, para poder llegar al final del libro, es ahora, suspendidos los días entre dos

domingos, el de Ramos y el de Pascua, cuando, relajado el cuerpo y la mente didpuesta, me entrego al placer de leer, libre de culpa.

He devorado dos libros en lo que va de lunes a viernes. Espero empezar, hoy, un tercero, que dará de sí hasta el próximo lunes. Y habida cuenta que este martes se celebra San Jorge, les recomiendo los dos que ya he leído por si alguien quiere añadirlos a su lista de la compra.

El primero es, más que un libro, un acontecimiento: Epistolario, de Margarita Xirgu, abarca las cartas escritas por la actriz -todo un símbolo en el imaginario teatral de este país- desde el 6 de mayo de 1909 en Barcelona hasta el 3 de abril de 1969 en Punta Ballena, Uruguay, 22 días antes de su muerte (de la que este mes, por cierto, se cumplen 50 años). La cuidada y meticulosa edición de Manuel Aznar y Francesc Foguet es un regalo sin precio para quienes se interesen por la actriz, tanto por razones escénicas como políticas. Imprescindible, me apresuro a decir, para los profesionales del teatro.

El segundo es uno de esos libros que parecen escritos para ti, como único destinatario. Un libro que te habla en voz baja, al oído, para ser leído de noche, con calma, sabiendo que al cerrarlo seguirá a tu lado en la mesilla, impacientes -el libro y tú- por el reencuentro de la noche siguiente. Una cierta edad, de Marcos Ordóñez, que comparte generosamente con el lector sus diarios del 2011 al 2016, es pura verdad, puro ingenio, puro estilo, pura literatura. Un libro en el que uno quisiera ir desleyendo día a día lo ya leído para estirar así la lectura y que no se acabara nunca.

Más que libros, dos vidas, dos compañeros, dos cómplices, dos amigos. Real Academia siempre me suscitó respeto sublime porque soy un enamorado de la literatura española.

*Actor