EL MIEDO EN EL CUERPO

Todas podríamos ser Diana Quer

Ana Biosca // Estudiante

No tengo excesivos recuerdos de mi infancia y cuando desaparecieron Madeleine McCann, Yeremi Vargas, Mari Luz Cortés y Marta del Castillo yo aún no había salido de primaria. No sé por qué razón recuerdo algunos detalles de las investigaciones: las chuches que fue a comprar Mari Luz, los trapos sucios que sacaron de la familia McCann y cómo culparon a la madre. De Marta tengo presente las imágenes de cómo los buzos se sumergían en el Guadalquivir y del pequeño Yeremi, que cuando desapareció estaba jugando en un parque con sus primos. Yo también solía jugar en un parque con mis primos y empecé a tener miedo de que me raptaran o me cogieran mientras dormía. Después tuve otra fase, la de normalizar el hecho y pasé a decirle a mi madre si podíamos robar un niño para saciar mi sed de dejar de ser hija única. Es un horror que alguien de 8 o 9 años tenga esos pensamientos. Superé el miedo y de mayor empecé a salir por las noches con mis amigos.

Al desaparecer Diana Quer, afloró de nuevo mi miedo infantil. Cada día me convenzo de que nadie tiene por qué opinar cómo voy vestida, que yo debo seguir mi camino si veo a alguien que no me transmite buenas vibraciones, pero cuando salgo tengo que escuchar comentarios como «no vuelvas sola» y yo he tenido que decir: «Envíame un mensaje cuando llegues». Esta Nochevieja, de hecho, tampoco fue distinta. Eran casi las siete de la mañana cuando salíamos de la discoteca e íbamos hacia la estación. En la calle había gente y también había coches que, solo por vernos caminar por la acera, hacían sonar el claxon. Nosotras permanecíamos tan impasibles como podíamos pero nos mirábamos y apretábamos los puños para calmar los nervios que nos producía esa situación. Estoy segura de que Diana también apretó los puños e hizo como si nada. Porque Diana somos todas. Podríamos ser todas.

ALEMANIA DE EJEMPLO

Los presupuestos

Juan Afán Muñoz // Jaén

Alemania después de 4 meses sin gobierno ha logrado un acuerdo entre los demócratas cristianos y los conservadores para aprobar los presupuestos y mantener la estabilidad necesaria como locomotora de Europa gracias a que sus políticos piensan primero en su país y después en el partido que representan. Aquí un año más seguirán las posturas irreconciliables y las enmiendas a la totalidad propias de mediocres que no creen en el interés general de nuestro país España; se subastarán los apoyos para aprobarlos a cambio de prebendas de los partidos minoritarios y nacionalistas, conseguiendo nuevas concesiones que aumentarán la inversión en sus territorios en detrimento de otros.

No puede ser cada año una subasta qué hace más profunda la grieta entre los ciudadanos dependiendo de la autonomia donde vivan.