FIDALGO Y MENDEZ

Medallas al trabajo

Pedro Campo

Madroñera (Cáceres)

Concedidas a Fidalgo (CCOO) y a Méndez (UGT) por el gobierno del PP. Dos sindicalistas, supuestos defensores de los trabajadores, de las leyes laborales justas y de la lucha obrera, premiados por el poder político ultraconservador, polo opuesto de la lucha sindical. Abril de 2001, con 1.500 trabajadores (95% de CCOO) tirados en la Castellana, Fidalgo firma con Aznar y la patronal el acuerdo de las pensiones. Con gran apoyo popular y con Mark & Spencer, Sintel, etcétera, en huelga, Fidalgo y Méndez podían haber puesto al gobierno contra las cuerdas. No lo hicieron y las movilizaciones acabaron como acabaron. ¿Llevaban razón los de Sintel al decir que eran dos ministros sin cartera del PP? 1º de mayo de 2003, Fidalgo sufre un daño colateral con una pancarta, según un humorista por incumplir las leyes laborales y no llevar casco en horas de trabajo. En agosto junto con Méndez son abucheados en Puertollano, en el funeral de los obreros fallecidos. Luego nada del otro mundo, Fidalgo colabora a veces con FAES, es halagado por Aznar, apoya la jubilación a los 67 años, etcétera. Y el otro sin pena ni gloria, simulando su cabreo con Toxo por la reforma laboral, algo de postureo pero ninguna movilización drástica y poner el sistema productivo patas arriba una semana al menos. Ni eso, declaraciones vacías y apariciones de baja intensidad. Respetamos y agradecemos lo que hayan hecho por los trabajadores, aunque visto lo que hay. Una duda ¿la medalla es para humillarles o por algún favor del pasado? Podían conceder las medallas a los sindicatos, como colectivo de defensa obrera, y no a estos dos porque los ha habido mucho mejores que ellos. Por cierto, los que reciben dicha medalla tienen el tratamiento de excelencia. Manda c...s lo que hay que ver.

PARLAMENTO

La izquierda abierta

Felipe Seara Navarro

Zaragoza

No fuimos pocos los que durante años escuchamos con interés y frecuente aprobación la voz de Llamazares en el Parlamento, al mismo tiempo que nos asombrábamos de que el entonces representante de la tercera fuerza política de España no pudiera hacer más por encarnar sus principios. Marginado por Cayo Lara, le vimos fundar y dirigir una autodenominada izquierda abierta, de escaso recorrido. Ahora, estupefactos y entristecidos, vemos cómo opone, con un fervor que compite con el de la ultra derecha, a la cooperación de IU con otro movimiento de izquierdas que, también con notable defectos, muestra una revitalización y posibilidad de realización de la mayoría de los principios que él había proclamado.