EL INFIERNO

Diario de una mujer en Mosul

Miguel Angel Quintela Buendía

Don Benito

Otro día más me levanto de mi cama y me pongo la vestimenta azul de la vergüenza y de la opresión. Me miro antes en un espejo; no veré mi piel blanca como la nieve hasta esta noche, cuando me vaya a dormir. Ando por una de las muchas calles destruidas por la guerra en Mosul en busca de alimentos para mi hijo de cinco años, que no verá mi cara y me confundirá con otras ánimas de vestimentas negras. No sé en qué día vivo, ni tampoco sé cuánto durará mi cautiverio ¿Acaso solo me queda resignarme? Mi vida se asemeja a la de una mula de carga con anteojeras: no tengo visión periférica y mis ojos siempre se centran en un punto enrejado al frente. Recorro todas las calles sin hacer ruido por entre los escombros, y tengo miedo a caerme y enseñar mis manos, ya que, si lo hago, me las cortarán o me lapidarán, y si lo hacen, ¿qué será de mi hijo?

Si me pasara algo, tampoco tengo sanidad y moriría en un hospital, abandonada a la suerte de Alá. Pero yo sé que esto no está en el Corán y que los radicales han desvirtuado mi religión a su antojo. Me llamaban Bahiya (brillante en castellano); ahora me llaman "mujer". Pero tengo la ilusión de que algún día podré escapar de este infierno y volver a ser una persona. Estoy segura de que hay una vida más allá de estas rejas hechas con hilo. Estoy segura de que algún día podré vivir como una mujer y no como un fantasma.

ASESORES FISCALES

Me siento traicionado

Pedro Serrano

Valladolid

Yo, para mis asuntos fiscales, he elegido personalmente a mi gestora y asesora, y en ningún momento me he sentido engañado ni traicionado. Ella echa mano de la norma y de la ley y me dice: "Mira, Pedro, esto es lo que hay". Y yo entonces le digo: "Vale, adelante, cumple escrupulosamente con la ley".

Jamás mi gestora ha hecho nada que yo no quisiera. Jamás ha tomado una iniciativa sin mi consentimiento. Jamás me ha sido desleal. Todo es muy sencillo, ella me asesora y yo tomo las decisiones. Por eso no entiendo a todos esos investigados por fraude fiscal que van por ahí lloriqueando y diciendo que no sabían nada, que confiaban plenamente en sus asesores, que en ningún momento se les pasó por la cabeza que los iban a engañar, que confiaban en sus papás y en los abogados que les llevaban las cosas, que se sienten traicionados por su asesor fiscal.

Aquí los únicos traicionados y engañados somos los ciudadanos honrados que pagamos puntualmente los impuestos para que este país funcione como todos nos merecemos.