BUROCRACIA

Consulado en Londres

Pedro Brutau

Resido en el Reino Unido desde hace varios años. La semana pasada solicité el certificado de residencia con la indicación de que fuera en inglés, pues era para presentarlo en el Home Office (similar al Ministerio del Interior). Mi sorpresa fue que me lo enviaron por correo en español. Se lo devolví por carta exigiendo nuevamente que debía ser en inglés y a los pocos días recibí una llamada desde el consulado en la que me explicaron que no hacían este certificado en inglés. Nunca he tenido ningún problema con el consulado en Londres, al contrario, siempre han sido efectivos y he recibido a tiempo la documentación para votar por correo. Me cuesta creer que el consulado español en Londres no haga certificados en ingles, el de París no los haga en francés, el de Alemania no los haga en alemán, el de China no los haga en chino, etcétera. Siempre quedará la posibilidad de pagar un traductor oficial, que es lo que me veré obligado a hacer.

MACHISMO

Evangelio anticuado

Mercedes Mora

Un malentendido. Me refiero al caso del párroco que cuando leyó el Evangelio de San Lucas que dice que "La mujer debe ser sumisa a su marido y estar en casa" se le giró una verdadera revolución entre las mujeres que lo escucharon. El cura no cayó en la cuenta de que el evangelista escribió esto hace 2.000 años y en aquellos tiempos la mujer no contaba para casi nada que fuera de la vida pública. Pero, afortunadamente, hoy ya no es así. Ahora la mujer tiene más presencia en todos los ámbitos sociales y en todos los trabajos.

BURKINI

La dignidad de la mujer

Francisco Javier España

Una mujer puede ponerse lo que quiera, el problema viene cuando la vestimenta femenina es una imposición dada desde los púlpitos. Podemos apelar cuanto queramos a las libertades individuales para defender el burkini e incluso el propio burka, pero no nos engañemos, la coerción a la que se somete a la mujer desde religiones retrógradas que basan buena parte de su discurso en la ocultación del género femenino y la tendencia a mantener a la mujer en la ignorancia, inhibe cualquier capacidad para desarrollar el libre albedrío. Si a esto le sumamos el paternalismo misógino y el colaboracionismo de aquellas mujeres que, con cultura, se someten a determinados estereotipos más por el síndrome de Estocolmo hacia la opresión ejercida por padres y cónyuges, que por una decisión tomada desde la libertad, trece siglos después, la mujer sigue igual o peor. No es el burkini, aquí lo que está en juego es la dignidad de la mujer.