«democracia»

Eximir de los tributos

Ángel Morillo Triviño

Castuera

En esta «democracia» española plagada, como estamos viendo a diario, de políticos corruptos que, a su vez, como no puede ser de otro modo, hacen que también lo sean casi todos los mandamases de los grandes lobbies del país (los accionistas chitón mientras se repartan beneficios) y muchos empresarios de las pymes y autónomos (éstos últimos, los menos), hay varios delitos con los que los medios de comunicación nos «alegran» el inicio de cada día. Raro es que no aparezca cada mañana un nuevo caso de prevaricación, tráfico de influencias, infracciones urbanísticas, etc. Hoy leo que en una CCAA el presidente tiene en su «restaurante político» algo así como «un revuelto de la casa» con familiares, amigos y compañeros suyos y de altos cargos, amén de los correspondientes clientelistas, «mamando» de la teta de la Administración en la que han entrado por arte de birlibirloque. ¿Qué se puede hacer para evitar tanta podredumbre? Muy poco, por no decir nada. Pero, el gran fraude a la democracia, a esta «democracia», no es sólo de los casos antes citados. Para mí, el peor enemigo de una política sana está en la exención deliberada de los impuestos por parte, fundamentalmente, de los alcaldes. La gente a la que no se le pide que contribuyan como los demás, hacen buena la famosa frase de Groucho Marx sobre sus principios. Es decir, olvidan éstos, olvidan su ideología, a la hora de emitir su sufragio y votan, aunque sea un miserable, al candidato que les ha favorecido no exigiéndole este o aquel impuesto…, sobre todo, la famosa contribución. Si se pudiera echar la cuenta -o se quisiera- de todos los pueblos y ciudades de España, este fraude encubierto para poner a su favor los resultados electorales del que nadie habla, pero que está ahí vivito y coleando, supondría para el Erario tanto o más dinero que el que se recaudaría corrigiendo el conocido fraude fiscal o la economía sumergida. Sin que, obviamente, haya que olvidar dichos fraudes. Y, por supuesto, los resultados electorales serían muy distintos: ¡se acabaron las mayorías absolutas!