Dramaturgo

Colocó un reloj enorme, regalo de su esposa, Juan Carrillo, en el escenario de la Casa de la Cultura de Castuera mientras en la calle llovía mansamente. Colocó Juan Carrillo un reloj enorme con dos campanillas plateadas, justo en el centro del escenario y a su alrededor nos situó a los pintores, teatreros, fotógrafos, músicos, poetas y titiriteros. No sé cómo lo hizo, pero allí nos colocó para que el reloj, haciéndole un feo al bolero, marcara las horas. Y nos dieron las once y las doce y la una y las dos, y al dormirse la tarde del 11 de diciembre, nació el Foro del Sosiego, el Foro de la Reflexión, el Foro de Castuera.

Era la forma de conmemorar los quince años de niña bonita y lista que tiene la Universidad Popular de Castuera, los quince años de adolescente universidad que apunta una madurez serena, hermosa y sosegada.

Colocó Juan Carrillo, el director de este milagro, un reloj enorme en el escenario y osó preguntar sobre el acto creativo. Le respondieron, a voces, los muñecos de Carlos que vigilaban los pasillos, las fotografías de Dulce, la paciencia de Ceferino, el inconformismo de Cisco, el silencio de Copete (más sonoro que las voces), la sensatez rebelde de Pascual, el arpegio de Leoni, y el aleteo de mariposas que hilaban en los rincones de Castuera la tela de un futuro creativo surgido del milagro.

Volveremos a Castuera, llegaremos a Castuera por los caminos ricos de historia y pensamiento de esta Serena que invita al sosiego, para reclamar libertad sin ira, libertad de creación y conocimiento, y Juan Carrillo colocará de nuevo el reloj que marcará las blancas horas de los titiriteros, de los poetas, de los músicos y de los inconformistas.