La cooperativa hortofrutícola Caval se desangra. Su futuro pende de un hilo, que tiene muchas posibilidades de romperse si, como parece, la empresa sevillana de envases Coenca reclama sin posibilidad de negociación la deuda de casi un millón de euros que tiene contraída la extremeña, de los que 300.000 son de pago prácticamente inmediato. El crisis que ha vivido Caval ha sido una de las más seguidas por los medios de comunicación de la región por su significación en el tejido de la agroindustria extremeña y también por lo que representa en una localidad como Valdelacalzada, de la que es uno de sus pilares económicos. Por las mismas razones, ha sido también una de las que más atención política y financiera ha tenido, ignorándose aun hoy las exactas razones por las cuales una cooperativa con oferta de producto y calidad contrastada del mismo ha terminado en la situación en que ahora se encuentra: al borde del abismo.

Las noticias de los últimos días, la deserción de una treintena de socios y su desvinculación de hecho de Caval y, ahora, la exigencia por parte de Coenca del pago citado, ponen en duda la gestión en la salida de la crisis, que por un lado comprometió a 16 entidades financieras bajo la presión de la Junta y, al mismo tiempo, dejó unos incomprensibles cabos sueltos, como el de la responsabilidad solidaria de todos los socios en el momento de la firma del plan de viabilidad para evitar desenganches como los producidos. A la postre ese ´cabo suelto´ ha resultado decisivo para que Caval se desmorone.