En esta precampaña parece que los medios de comunicación y los partidos --a veces es difícil distinguirlos--, creen que una de las claves de la victoria electoral es la captura del elector del centro , esta figura que unos sencillamente niegan y otros consideran decisiva para inclinar el fiel de la balanza. Ello me lleva a una reflexión desde lo que creo ser, un votante de izquierdas (perdón progresista ), que, perteneciente a ese sector económico, asiste desconcertado a este bochornoso espectáculo:

--Oferta de rebajas de la presión fiscal (los 400 euros del PSOE o la pura y dura del PP) en un Estado que sigue estando a la cola de Europa en gasto social por habitante.

--Crecimiento basado en el consumo de bienes y servicios, en estas últimas décadas, esta política correcta nos ha llevado a estar entre los diez primeros en riqueza . Los ricos son mucho más ricos y los pobres siguen igual que hace 20 años: cada vez más familias hipotecadas y con dificultad para llegar a fin de mes.

--La ideología política pierde protagonismo y hasta es cosméticamente disimulada frente a la eficacia en la gestión, que es hacer que parezca que algo cambia sin cambiar nada de lo esencial.

El espectáculo mediático resulta difícilmente digerible para los que creemos que la política tiene como fin esencial encaminar democráticamente a todos a una sociedad más justa y equitativa, y que ganar las elecciones no es el fin en sí mismo sino un medio para la consecución de mejoras para la auténtica mayoría y especialmente para los que más lo necesitan.

Al menos como catarsis, pues mi confianza es pequeña en que el aparato de los partidos cambie sus estrategias, me gustaría plantearles si la obsesiva búsqueda del centro , más que a la virtud no les puede llevar a un auténtico culto a la mediocridad.

Lorenzo de Lemus Pulido **

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