Uno de los problemas de vender los proyectos a bombo y platillo es que, a menudo, provoca decepciones cuando terminan poniéndose en marcha. Tal es el caso de los denominados centros comerciales abiertos, que están en funcionamiento o en proyecto en seis ciudades extremeñas. El objetivo de la Administración y los comerciantes era modernizar algunas de las principales calles comerciales, dotándolas de comodidades para los clientes, buscando así incrementar el negocio. El objetivo es loable, pero la cuestión es que una iniciativa que parecía ambiciosa se ha reducido a toldos más colocados --cuando los hay--, un microclima de escasa efectividad, unas pobres fuentecillas y una cartelería poco original. Para ese viaje no hacían falta alforjas. Este diario publicó ayer un chequeo a estos centros comerciales y la conclusión es que a una mayoría de ciudadanos no les convence que la inversión realizada haya sido rentable.

Sería bueno que todas las partes implicadas se sentarán en una mesa y decidieran cuáles son los objetivos exactos que se quieren cumplir y pactar fórmulas para mejorar un proyecto en entredicho.