Se habla tanto del tren que, si viniese por aquí un extranjero a escucharlo, pensaría que todo el mundo quiere un tren para ir de una parte a otra del país, de este y de los más cercanos, se insiste tanto sobre el tren, hay tantas reuniones locales o nacionales, conversaciones, titulares, fotografías, se les dan tales nombre a esos trenes: rápidos, plataforma logística, alta velocidad, regionales... hay tantas fechas, pactos, subvenciones, compromisos, recorridos... que, al hipotético extranjero, le parecería, estando presente en estas serias divagaciones y manifestaciones, que aquí, aquí sólo se anhela durante todo el año el cha ca chá del tren: para las costas y litorales, ciudades contemporáneas, nortes y sures, valles o montañas del mundo. Sin embargo, las cosas son como son y está pasando lo que tenía que pasar. Quedan, eso sí, los raíles soñolientos, tal vez soliviantados.