En los últimos días una treintena de familias levantaron chabolas en el barrio cacereño de Aldea Moret con el fin de presionar al Ayuntamiento para que les dé una vivienda social. En la mañana de ayer, y ante la presencia de la policía y la promesa de que hoy se les recibiría en el palacio municipal, echaron abajo las chabolas y al barrio retornó la calma.

Una acción como esta es inaceptable, y el ayuntamiento, según la dirección ya anunciada por la concejala de Asuntos Sociales, no debería ceder a la presión de los que la han organizado, porque hacerlo supondría que cualquier tipo de manifestación callejera valdría para suplantar los procedimientos de concesión de viviendas sociales basados en baremos legalmente establecidos y criterios objetivos. En este sentido, la reunión de hoy debería servir para que los responsables municipales hicieran ver a los reclamantes que el procedimiento elegido en ningún caso les llevará a lograr lo que pretenden; muy al contrario, podría servir, de continuar, para ser denunciados por alterar el orden público.

Si, como asegura alguno de los portavoces de los concentrados estos días en Aldea Moret, estos se encuentran en condiciones precarias y necesitan una vivienda social, que se sometan a los cauces reglados, que objetiven sus necesidades, y si, en competencia con todos los aspirantes, alcanzan los puntos necesarios para que puedan acceder a una vivienda social, se les dé. Porque nadie es más que nadie.