La Guardia Civil precintó ayer el único diario escrito íntegramente en euskera, Euskaldunon Egunkaria, y detuvo a 10 personas relacionadas con la publicación, una operación similar a la que hace seis años llevó al cierre de Egin, sustituido entonces por el actual Gara. El cierre de un diario sólo debe ser posible si, a través de un juicio con todas las garantías, se demuestra su uso como instrumento para delinquir, pero no por las ideas que se hayan expresado en él.

Que un juez haya esgrimido contra Euskaldunon Egunkaria una acusación tan difícil de demostrar como la de que el diario precintado está "instrumentalizado" por la estrategia terrorista impuesta por ETA crea dudas sobre la solidez de las pruebas de que dispone la justicia para demostrar vínculos entre la organización terrorista y este diario.

La clausura preventiva de un medio de comunicación produce un daño irreparable, imposible de resarcir si finalmente los tribunales no encuentran motivos para una condena. Cuando los bienes dañados, además, son tan fundamentales para la democracia como la libertad de expresión y el derecho de información, es necesario dudar de actuaciones que pueden ser precipitadas y peligrosas.