Probablemente a la diputada Montserrat le gustará menos este gobierno que a mí, pero coincido con ella en que, si los resultados del CIS son tan espectaculares para el PSOE y le saca diez puntos al siguiente partido, lo lógico es que convoque elecciones cuanto antes; mucho más cuando los que le mantienen en el poder son los cuestionados votos del extenso arco anti PP, desde los golpistas separatistas catalanes, los oportunistas vascos y los bildus, a los populistas, y que todos ellos y cada uno por su lado le someten a chantaje, presión y vergüenza constante.

Pensando con cierta lógica no se entiende que, pudiendo gobernar tal como prometen las encuestas con holgura y sobre todo con la legitimidad, autoestima y subidón de un refrendo en las urnas, no se preste a su veredicto. Además, siempre será mejor el juicio popular que tan halagüeño le presentan los sondeos que el calvario al que le somete la derecha, esa buscadora de escándalos que solo pretende abatirle si hay que creer a la ministra Celaá, esa derecha que miente, según la portavoz Lastra o esa que calumnia según el titular de exteriores Borrell.

Algún lector quisquilloso me advertirá que Celaá es la misma que declaró aquello de que las bombas de precisión españolas no se iban a equivocar matando yemeníes, Lastra adujo que trescientas o quinientas palabras no eran plagio ¡por favor! y Borrell preferiría que no hubiera políticos presos catalanes en prisión preventiva, deseo este compartido además por Batet y Calvo. Pero los partidarios del presidente responderán que no le detendrán conspiradores ni carcas.

Una, que es inocente pero no boba, no se cree al CIS y opina que el sondeo se ha vuelto mensual amén de más caro para medir de qué modo afectan o no las extravagancias propias y ajenas aireadas por la malvada prensa canallesca a la popularidad del presidente: si su ministra puede llamar en la intimidad maricón a su ministro y no pasa nada o él debe seguir usando los medios aéreos que tanto le molan a su antojo. Y sobre todo si puede ceder al chantaje independentista llamándolo diálogo.