Entre la extensa nómina de grandes descubridores que hicieron incomparable la obra grandiosa de España en el Nuevo Mundo descubierto por Colón, gracias a una reina, Isabel la Católica y un pequeño grupo de frailes misioneros franciscanos, que pensaron entonces en el increíble proyecto de llegar al dorado de la especiería por Occidente, cabe destacar al extremeño Hernán Cortés. Pocos héroes españoles han sido tan exaltados y tan denostados como él, no sólo por extranjeros víctimas de la leyenda negra tan falsa como sectaria, sino por algunos españoles que comulgan con las ruedas de molino de la ideología masónica antiespañola.

Hernán Cortes es una claro ejemplo de la labor que España realizó en México, como es el mestizaje, es decir, mezcla de razas basada en una ideología legal y positiva hacia el indio y en unos criterios cristianos de evangelización, que nada tienen que ver con las mentiras de conversiones forzadas; ambos principios consideraban a los indios personas con derechos inalienables.

España es la nación fundadora del derecho internacional como lo sistematizó el gran teólogo español Vitoria, en el que se inspiraron las leyes españolas para las Indias. El trato dado por los españoles a las indios de las tierras descubiertas y conquistadas son la antítesis total del dado en América del Norte a los indios, pieles rojas, sistemáticamente aniquilados o reducidos a esclavitud turística, por no hablar de la política de violación de los derechos fundamentales de la población negra hasta bien entrado el siglo XX. La colonización de otros países como Inglaterra, Holanda y Francia fue para ellos un simple negocio que se concedía a las compañías con las que los estados nada tenían que ver, por lo que las compañías solo se preocupaban por la ganancia material y el tráfico de esclavos.

Hernán Cortés fue sin duda uno los conquistadores más cultos y preparados para la acción de gobierno. Universitario en Salamanca, y conocedor de la lengua de Cicerón. Su proyecto colonizador se basaba en el diálogo y negociación con los indios autóctonos mexicanos. La famosa noche triste del 30 de junio de 1519, en la que el ejército español fue crudamente repelido por los mexicanos rebeldes, los españoles tuvieron que abandonar la ciudad en circunstancias penosas y muy difíciles. Cortes con una ejército diezmado solo pudo salvar una tercera parte del mismo, pidió ayuda a las Antillas y con una escuadrilla de naves ligeras que hizo construir para dominar los canales y lagunas, sitió la ciudad con una resistencia hasta el heroísmo de los mexicanos. Después de meses de asedio, en 1521 la ciudad se rendía, reducida casi a escombros. Su emperador Guatemar, debido a su valentía gallarda, fue respetado por Cortes en sus imperiales prerrogativas.

Con la fundación de la ciudad de México española y cristiana había nacido una gran ciudad, según el modelo de las ciudades españolas como los mismos servicios sociales, administrativos, políticos, legislativos y religiosos que las españolas. La realidad no es la que la leyenda negra quiere aún difundir contra Hernán Cortes, sino todo lo contrario porque la gesta colosal y única del gran Cortés liberó a las tribus indígenas de las crueldades, incluidos los sacrificios humanos de niños, de un imperio sanguinario y déspota como el azteca.

Es necesario volver a leer, lo que casi nadie hoy lee, no sólo los enemigos de España, que aún siguen al pie de la letra las mentiras sectarias de la leyenda negra, sino los que dicen defender la gran odisea de los conquistadores y descubridores españoles. Esta lectura obligatoria es Historia verdadera de la conquista de la Nueva España del genial testigo y protagonista de los hechos Bernal Díaz del Castillo.

*Catedrático de Lengua y Literatura. Doctor en Filología Románica (Gijón, Asturias).