Notario

El historiador Eric Hobsbawm cuenta en sus memorias que la era Thatcher supuso una revolución política, social y cultural. "Margaret Thatcher --escribe--, armada con el poder más incontrolado y centralizado que haya tenido gobierno alguno en una democracia electoral, se dedicó a destruir todo lo que en Gran Bretaña se oponía a una impía combinación de empresa privada sin restricciones --con la única finalidad de maximizar las ganancias-- y autoafirmación nacional; en otras palabras, codicia y patrioterismo".

Esta actitud de codicia --como objetivo-- y patrioterismo --como pretexto-- es el rasgo que predomina en el grupo de neoconservadores que, con el presidente Bush como mascarón de proa, lleva paso a paso a la gran república americana hacia la mayor crisis moral de su historia, así como a una situación de conflicto --Irak-- de muy difícil salida. Son Dick Cheney, Donald Rumsfeld, Condoleeza Rice, John Ashcroft, Paul Wolfowitz y Richard Perle. Sostienen, por una parte, que las intervenciones exteriores estadounidenses sólo pueden acometerse en defensa de los intereses nacionales norteamericanos; y afirman, por otra, que EEUU debe desempeñar un papel preponderante en el golfo Pérsico, mediante una sustancial presencia militar en la zona. Ahí radica la causa de la ocupación de Irak, y no en la existencia de unas armas ocultas nunca halladas. Pero estos neoconservadores no sólo son codiciosos y patrioteros. También han resultado ser sobradamente incompetentes. Por eso cada día la mirada de Bush es más incierta, su aire más inseguro y su palabra más convencional. Teme que la América que siempre está en sus labios no renueve su presidencia. Por inepto.