Entrar en un cajero para sacar dinero en efectivo lo hacen casi a diario la mayoría de españoles, hasta el punto de que nuestro país encabeza el ránking mundial de uso de este medio de disposición inmediata de dinero las 24 horas del día, gracias a una densa red de cajeros, que llega hasta las poblaciones más pequeñas. Es mérito del competitivo sistema financiero español, que ha sustituido la costumbre de llevar dinero en el bolsillo por la de la tarjeta de crédito o débito. La implantación de este modelo, no obstante, entra en actitudes abusivas por parte de las entidades de crédito titulares de la red telemática, cuando contemplan el uso de la tarjeta para obtener efectivo en un cajero como una simple manera de aumento sistemático de las comisiones por esa operación. Hasta hace un par de años, los recargos excesivos se limitaban al uso del cajero de una entidad distinta de la emisora de la tarjeta y que formara parte de una red de transmisión de datos distinta a la del titular. Explicable hasta cierto punto: se pagaba por usar una red ajena a la del propio banco o caja. Aquellas justificaciones están quedando en meras excusas de mal cobrador, porque se está imponiendo lo que se temía: establecida la necesidad de llevar tarjeta, se prescinde de la distinción entre el uso de redes de transmisión propias o ajenas y se aumentan las comisiones sin ningún reparo, porque basta con la aprobación del Banco de España. La mejor prueba la aportaba ayer este diario: Servired ha aumentado el 100% las comisiones por disposición de dinero en cualquier cajero de su red, aunque el usuario pertenezca a una de sus entidades asociadas. Así compensan, dicen, las pérdidas en otras actividades.