TQtué duda cabe que la Educación española, rolliza, casi obesa en ideología y demagogia, se muestra flaca y raquítica (escuchimizada diría yo) en conocimientos; despojada de galas como la instrucción, la disciplina, el esfuerzo y la pedagogía.

Los experimentos realizados alegremente por (i)-responsables ministeriales durante los últimos veinte años han dejado auténticas catervas de jóvenes damnificados que se ven en la difícil, casi quimérica, misión de competir con coetáneos de países de nuestro entorno por un puesto de trabajo medianamente cualificado.

El nivel de vida familiar, el nivel cultural de los padres y el propio fenómeno de la inmigración son argumentos sociológicos que utilizaron esos émulos de alquimistas (que tanto daño han hecho a nuestro sistema educativo) como aspectos negativos para la Educación. Sin embargo estudios realizados por prestigiosos investigadores demuestran que el efecto de los mismos no es negativo, al menos no necesariamente. Sin embargo hay otros como el escaso gasto en educación, las elevadas ratios de alumno por profesor o el desvío de fondos públicos a la enseñanza privada, que no mencionaban, que indudablemente son causantes del deterioro educativo.

Antes de la llegada de la transferencia de los servicios educativos, todas las comunidades autónomas estaban resguardadas bajo un mismo paraguas, aunque éste tuviera goteras y todas se mojaran.

Cedida la Educación, el MEC cerró el paraguas y cada comunidad inició la carrera para no empaparse. Ni que decir tiene que las que estaban en cabeza, porque partían con cierta ventaja, no miraron en ningún momento para atrás, ni para el lado. La guerra es la guerra, pensarían, quien pueda, que me siga.

Otras, las más, se conformaban con conseguir algo bueno que tuvieran las primeras, conscientes de su menesterosa y secular situación, casi resignadas.

Ahora le toca el turno a las Leyes de Educación Regionales, que permitan corregir algunas disfunciones de la Ley Orgánica de Educación.

Pasado ya el anuncio de la ley, y la cascada de grandes titulares en los medios de comunicación, procede ponerse a trabajar, a trabajar en serio con quienes saben de esto porque son los únicos profesionales del ramo, con los profesores. En caso contrario todo quedará en manidas frases hechas, en venta de humo.

La demagogia, la verborrea mediática, la arrogancia y el sectarismo ideológico son un cáncer para la educación. Por favor, dejen que sean los profesores quienes diagnostiquen la enfermedad que padece el sistema y le pongan el tratamiento adecuado de una vez por todas.

*Pdte. autonómico CSI-CSIF Extremadura.