XSxi tenemos que convivir, vamos a convivir de manera civilizada", reclamaba Artur Mas hace unos días en Los desayunos de TVE . Esta llamada a una futura convivencia civilizada no significa situarse en lo que John Rawls denomina la posición original, en la que "los hombres elegirían que todos los bienes sociales primarios, libertad y oportunidades, ingresos y riquezas, y las bases del autorrespeto, se distribuyan por igual, a menos que la distribución desigual de cualquiera de estos bienes o de todos ellos sea ventajosa para los menos favorecidos". El negociador en cap se refería a que "no es civilizado boicotear productos catalanes desde el resto de España". Lo del resto de España se sobreentiende como un término geográfico o la denominación de un mercado. Podemos suponer, entonces, que la OPA de Gas Natural sobre Endesa sería un gran ejemplo de lo que entiende por civilización y convivencia.

Artur Mas está crecido tras la foto del acuerdo global con el presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero . Después de los rifirrafes de las próximas semanas, con toda probabilidad se aprobará un nuevo Estatuto para Cataluña, sin necesidad de modificar la letra de la Constitución de 1978. Desde el posibilismo, los nacionalistas se dan por satisfechos, aunque sea a regañadientes, de las concesiones diferenciales logradas. Parece que dan por cumplido su principal objetivo pragmático, que la igualdad de derechos de los ciudadanos no implique que éstos deban recibir exactamente el mismo trato en todo el territorio, que la diversidad de las comunidades ampare la diferencia de trato a los ciudadanos. Del crecimiento o diversidad de la diversidad ya se encarga el sistema educativo, reforzado con el aumento y blindaje de las competencias propias. Es muy previsible que lo que se enseñe y aprenda sobre la historia de España desde el siglo XV hasta ahora en Cataluña se diferencie progresivamente de lo enseñado y aprendido en el resto de España , donde los ciudadanos se resistirán a que los hechos históricos se mistifiquen y dejen de tener relación con el presente.

Aprobado el Estatuto catalán, el Estado de las autonomías se parecerá más al de las tres naciones seguras y una probable , de Pasqual Maragall . Que el Estado sea cada vez más complejo no significa necesariamente que se vaya a romper. Por una parte, la unidad del Estado y de mercado parece un activo incuestionable para hacer buenos negocios en España, capaz de generar una fuerza centrípeta que neutralice muchas fuerzas centrífugas. Por otra parte, la posición inicial actual de las regiones del resto de España es muy diferente en términos de PIB y de población, variables claves en las modificaciones del sistema de financiación autonómico, y de los objetivos de las políticas de gasto público en general, que introducirá la aprobación del Estatuto. Los incentivos del nuevo sistema pueden dar sentido y valor a coaliciones y alianzas entre comunidades autónomas que lleguen a sobrepasar los límites de ideologías y partidos políticos para conseguir sus intereses territoriales, hacia inéditas formulaciones de la cohesión económica, social y territorial. En una primera etapa ninguna autonomía va a perder dinero, lo que facilita cualquier proceso que se ponga en marcha. Sin embargo, si el peso de los intereses de una región se ponderan por el PIB y la población, Extremadura y otras regiones se colocan objetivamente en posición de inferioridad política ante potenciales conflictos de intereses.

En conclusión, es muy probable que la balanza de la convivencia civilizada que exige Artur Mas arroje superávit para Cataluña y otras autonomías, como el que ya disfrutan las comunidades vasca y navarra, al tiempo que déficit en las regiones de menor PIB, población, densidad de población o más envejecidas. Sobre los efectos de la convivencia civilizada en el ordenamiento político y jurídico, o en el sistema de principios y valores compartidos por los ciudadanos españoles, tan importantes en un mundo globalizado, lo dejamos para mejor ocasión.

*Economista