Resulta que Iván Espinosa de los Monteros, Pablo Iglesias e Inés Arrimadas se presentaron a las últimas elecciones y porciones nada desdeñables de electores los consideraron dignos de ser elegidos y los votaron. Resulta que en el último homenaje a la Constitución, los tres coincidieron y hablaron, y hasta tuvieron la osadía de reírse juntos sin apariencia de menosprecio alguno ni de incapacidad para compartir espacio sin zaherirse ni expresarse el odio que parecen, en cambio, tenerles algunos que no les han votado.

Se ha organizado tamaño escándalo y las redes se han llenado de comentarios tan bestias, que, como Rufián cuando se fotografió con uno de Vox, Iglesias ha tenido que justificarse alegando que hablar con una persona a la que no te une ninguna ideología es tan normal como una cena familiar en que cada uno vota a quien quiere y que eso no es renunciar a las ideas sino propio de la condición humana.

Y es que Arrimadas les caerá muy mal a los independentistas, como a una no le mola Iglesias pero ni son delincuentes ni dignos de odio, lo mismo que Espinosa de los Monteros, desafiante y poco simpático, pero inteligente y preparado, no es ni violador ni nazi.

No comparto sus ideas, ni las de Pablo Iglesias, persona por otro lado lista y con buen humor, pero así como a las palabras de amor les sienta bien su poquito de exageración, como decía Machado, no hay nada tan venenoso como hiperbolizar los desacuerdos, anatematizar al que piensa distinto, aniquilar la empatía y convertir al otro, al maleducado modo de Aitor Esteban, en alguien a quien es higiénico y obligado negarle el saludo.

Y es muy sorprendente que ahora que tan de moda se ha puesto esto de acusar de blanqueo y eso otro de imponer cordones sanitarios, se permita la charla de un asesino de ETA en la universidad vasca y nadie denuncie, por otro lado, el veto que partidos de nula trayectoria tolerante y solidaria o incluso de pasado criminal le imponen al rey de España, jefe del Estado cuyo gobierno el PSOE está suplicándoles prácticamente que le concedan con su beneplácito.

*Profesora.