Los murciélagos están resultando un problema para el hospital de Coria. Son tantos que han logrado acceder a zonas sensibles del centro, como los quirófanos y paritorios, y ahora las cocinas, donde se han encontrado varias crías. En los plafones de algunos techos se han tenido que poner rejillas para evitar que salgan por ellos.

No son peligrosos para los humanos. Pertenecen, además, a una de las variedades de ejemplares más pequeños, pero nada de esto importa a los usuarios, porque no es admisible que en un hospital los murciélagos hayan proliferado tanto que lleguen hasta zonas en que la asepsia es imprescindible para la asistencia.

Nadie duda de que la dirección del centro esté preocupada con este asunto, faltaría más, pero tampoco es difícil de concluir que las medidas adoptadas son tardías. Si la existencia de murciélagos en el hospital se debe a que han encontrado un buen cobijo en los problemas de cimentación del edificio; si se conocen las colonias de murciélagos desde hace años porque desde hace años se sabe de dichos problemas de construcción, cabía la posibilidad, como ha ocurrido este año, de que la colonia de estos pequeños mamíferos fuera mayor y de que terminara siendo un problema que afecta seriamente a la imagen del centro.