TLta respuesta del pueblo extremeño ante la catástrofe natural del tsunami ha sido impresionante, Cáceres también se volcó y es difícil encontrar una persona que no haya colaborado con alguna de las organizaciones que pedían ayuda. Siempre que algo toca la fibra más íntima del ser humano la solidaridad brota con presteza y el pueblo, sin distinción de ningún tipo, se rasca el bolsillo en ayuda de los que lo necesitan. Esto ha sido una realidad en todas las regiones de España. Esta solidaridad ha hecho que las ONGD hayan recaudado y donado a los países afectados muchísimos millones, por ejemplo dos de las más grandes, Cáritas Española y Cruz Roja Española, han sobrepasado los 10 millones de euros cada una. El Gobierno también reaccionó rápido y destinó una partida importante para ayuda a las naciones afectadas por el maremoto. Sin embargo puede que haya un pero a esta acción y es que el 80% de esa ayuda gubernamental está en créditos FAD, mientras que sólo el 20% (unos 9 millones de euros) va en ayuda directa y sin intereses. Los créditos del Fondo de Ayuda al Desarrollo se prestan para que el receptor de la ayuda compre bienes y servicios españoles. Este tipo de ayuda, de uso común por los países desarrollados, no es para una situación de emergencia sino para momentos en que el país receptor está estable y en buenas condiciones, así puede poner en marcha la política económica adecuada que traduzca esos créditos en desarrollo interno. Muchas veces los FAD sólo sirven para aumentar la ya pesada deuda externa de los países receptores.

Por eso pensamos que los créditos FAD no son lo adecuado en situaciones límite. Son muchas las ONGD que lo dicen, nuestro Gobierno debe tomar ejemplo del pueblo, al menos en este caso, que ha sido solidario, desinteresado y eficaz con su ayuda.

*Sociólogo