El debate político en torno a la grave crisis económica por la que atraviesa España se encuentra irremisiblemente estancado. Así se puso de manifiesto otra vez ayer en la comparecencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Congreso de los diputados, y en las respuestas de los portavoces de la oposición, en especial, la del presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy. Tanto la intervención del jefe del Ejecutivo como la del líder de la derecha fueron un nuevo repaso a ideas ya oídas y continuamente manejadas en las últimas semanas. El debate fue, en este sentido, una especie de ´dejà vu´ en el que Zapatero y Rajoy manejaron a su conveniencia los datos macroeconómicos para justificar sus respectivas posiciones de partida.

El presidente del PP estuvo muy interesado en que en su discurso quedara clara la idea de que el PSOE "engañó" a los ciudadanos cuando no les informó de la gravedad de la crisis antes de las últimas elecciones generales y en subrayar que ninguna de las medidas anunciadas hasta ahora por el Gobierno --tanto en el terreno de la inversión pública para combatir el paro galopante como en el de los apoyos al sistema financiero para dotar de liquidez a los bancos para hacer circular el dinero-- ha servido para algo. Tenía Rajoy a mano toda la artillería que le sirven las pavorosas cifras de crecimiento del desempleo. Por contra, el presidente señaló que nadie en el mundo formulaba hace un año previsiones de una recesión tan grave como luego la realidad nos ha deparado.

Aun reconociendo la gravedad de la situación --una posición de la que hasta ahora había huido Zapatero-- y que "nadie ha transitado aún por este camino", pronosticó, con muchas reservas, que al final de este año empezarán a verse signos positivos. Asimismo, dijo que ahora vivimos los peores momentos porque a la intensidad del ajuste se suma el hecho de que algunas medidas para crear empleo no se dejan notar todavía. Y frente a la acusación de despilfarrar y endeudar peligrosamente al Estado, Zapatero anunció --y ese fue el dato más novedoso de la sesión parlamentaria-- un ahorro de 1.500 millones de euros en gasto corriente, que se destinarán a atender las necesidades del creciente desempleo.

La morosidad de las administraciones públicas en sus pagos a empresas por obras y servicios planeó también en el debate como elemento novedoso. También aquí Zapatero pasó al contrataque al espetar en la réplica a Rajoy que el Ayuntamiento de Madrid es responsable del 28% de la deuda del conjunto de los 8.000 ayuntamientos españoles. Un ambiente parlamentario, en fin, que no permite vaticinar un futuro acuerdo de emergencia, al estilo de los Pactos de la Moncloa.