El jueves pasado, en la entrega de los premios Princesa de Girona en Cáceres, la reina Letizia iba saludando a los invitados protocolariamente junto al presidente Fernández Vara y, de pronto, se topó con Monago: «Hombre José Antonio, ¿qué tal?». «Bien señora, gracias», contestó el líder extremeño del PP amablemente. «¿Y tú ahora dónde estás?», le preguntó su majestad interesándose por su quehacer y ajena a la actualidad política regional. «Aquí, trabajando para quitar a Guillermo de la Junta y volver a ser presidente», contestó con sorna mientras Vara le aclaraba: «está de líder de la oposición». La escena, que arrancó la sonrisa de todos los presentes y no pasa de simple anécdota, revela la ardua tarea en la que anda metido el líder del PP extremeño para tratar de alcanzar de nuevo la Presidencia que perdió en 2015.

La misión resulta complicada pero no imposible. Existe tal barullo en la política nacional que esto parece una montaña rusa llena de acontecimientos. Pero Monago está en la tesis de que se puede llegar al poder si se conjuga convenientemente la fórmula andaluza. Dicho de otro modo, que como no caben amplias mayorías y el bipartidismo ha pasado a mejor vida, se puede apostar a conformar una alianza post-electoral de dos o más partidos en función de los resultados.

En el PP extremeño en general no se fían de Ciudadanos, conste. Consideran que en el fondo les gusta más Vara que Monago y aducen lo declarado por el candidato regional, Cayetano Polo, de que, al menos en Cáceres, no quieren saber nada ni del PP ni de su candidata. Sin embargo, a la vez andan esperanzados de que las elecciones generales del 28 de abril traigan un gobierno nacional de derechas a tres bandas que después (el 26 de mayo) revierta en el resto de territorios autonómicos y ayuntamientos. En resumen, que si los de Extremadura se ponen tontos, pueda venir la dirección nacional a poner orden y meterlos en vereda.

Así y todo, está por ver si suman porque cualquier alianza debe alcanzar la cifra mágica de 33 escaños, que es la que da una mayoría absoluta en la Asamblea de Extremadura, y en la actualidad el PP cuenta con 27 diputados, Ciudadanos solo con 1 y Vox ninguno aunque en realidad tiene 1 representante, Juan Antonio Morales, que antes estuvo en el PP y ahora forma parte del grupo no adscrito.

Si Ciudadanos y Vox subieran y, a la vez, el PP no bajara demasiado podría producirse la ecuación perfecta que busca Monago, pero la coincidencia de astros resulta difícil y, a la vez, peligrosa por cuanto que las tres formaciones se mueven en un electorado similar donde la fuga de votos de un partido a otro puede conllevar que quien acabe ganando sea el PSOE. ¿Imposible? Me temo que no. La ley D’hont de asignación de escaños por circunscripción (en el caso de Extremadura son dos, Cáceres y Badajoz), es tan caprichosa, que si no se alcanza un porcentaje de votos suficiente los escaños se los llevan las fuerzas políticas que mayor cota de presentación han logrado. Se podría alcanzar la victoria a tres bandas, cabe esa posibilidad, pero también acabar en una guerra de trincheras donde los robos de papeletas de los unos a los otros solo beneficie al enemigo.

Mientras tanto, la precampaña sigue adelante y ahora estamos en periodo de presentación de candidatos municipales. Cada semana se dan a conocer varios, tanto del PSOE como del PP, que no así de Ciudadanos y Vox, cuyas implantaciones territoriales cojean dada su juventud. Los naranjas presumían esta semana de tener más de medio centenar de candidatos en la provincia de Badajoz, aunque ahora tendrán que conformar el resto de las listas y son demasiados nombres. A Vox le ocurre otro tanto de lo mismo, si bien esta formación ha empezado más tarde y tiene mucho más complicado presentar candidaturas en tiempo y forma.

El ámbito rural, y sobre todo el extremeño, es muy complicado. El PP no tuvo la oportunidad de gobernar en la Junta de Extremadura hasta que decidió abordar lo rural de una vez por todas hace dos legislaturas. Y es que para ganar unas elecciones en esta bendita región se requiere de varias cosas: un buen candidato que atraiga, una buena ola que venga de Madrid y un ambiente cordial hacia tu partido, pero sin alcaldes o agrupaciones locales que arrastren a los votantes hasta las urnas es muy difícil. Por no decir imposible.