Ultimamente es frecuente organizar cumbres internacionales o encuentros bilaterales entre países, reuniones que concitan muchas expectativas, donde se produce un importante despliegue de medios de comunicación, donde los máximos mandatarios de los países implicados se reúnen durante varios días, al objeto de buscar soluciones conjuntas, donde se elaboran cantidades ingentes de documentación y se pronuncian respecto a temas de trascendente actualidad, pero gran parte de esta puesta en escena suele desvanecerse en el tiempo y quedar como una pirotecnia de efímera inutilidad. Sobreviviendo sólo a las iras del olvido, el recuerdo de una fotografía de familia sobre una improvisada escalera.

Entre Extremadura y Portugal, por razones de histórica vecindad, se ha producido un mestizaje, un intercambio de influencia semejante al experimentado entre diferentes territorios de un mismo país, donde se han canjeado algo más que productos, costumbres o vocablos, y donde se ha confluido hacia una misma forma de entender la vida. En principio se produjo el estraperlo y el contrabando de café; luego vinieron las peregrinaciones hacia las diferentes poblaciones de más allá de la frontera, para adquirir tejidos u otra clase de enseres, y de paso degustar las excelencias de un mar, para nosotros ignoto y lejano. Al objeto de institucionalizar este hermanamiento y de dotarlo de un mayor carácter y significación, se han organizado iniciativas transfonterizas como escuelas de idioma, ferias rayanas, exposiciones de diferentes elementos técnicos, culturales, artísticos y folklóricos. Pero con todo, si hemos querido descubrir a ese otro Portugal que se esconde dentro de Portugal, ha sido preciso hacerlo de la mano, de los versos y de las traducciones de nuestro paisano Angel Campos .

Sorprendieron, por reveladores, los datos de una encuesta difundida, no hace mucho, a través de los medios de comunicación, que reflejaban que un significativo número de portugueses vería con buenos ojos la hipotética unión entre Portugal y España, cosa que reconforta, cuando la realidad nos golpea con esa contundente tozudez proveniente de algunas de nuestras autonomías que se empeñan en sostener lo contrario. Luego pude saber que tamaño afán integrador se sustenta en el hecho de que Portugal y su economía atraviesan por unos momentos de enorme incertidumbre, que la integración en la UE no ha supuesto para ellos el revulsivo que todos esperaban, que ni contando con las ayudas de los fondos estructurales, han sido capaces de construir un entramado industrial y de infraestructuras perdurable, capaz de promover el despliegue definitivo de su economía.

XNO QUEREMOSx saludar a nuestros hermanos lusos en esta cumbre de Badajoz, con la descortesía de una salva de datos económicos desfavorables, pero se hace imprescindible aterrizar en la pista de lo concreto y abrir un paréntesis de delicado realismo, con el fin de que esta cumbre se cargue de pragmatismo y no de bellas palabras.

Con la instauración de la Unión Europea las fronteras han desaparecido, pero no las diferencias, Portugal soporta un crecimiento anual muy bajo, y un déficit público del 4%, sus índices de desempleo se sitúan en máximos históricos, con un mercado laboral demasiado rígido y una fiscalidad que ejerce toda su presión contributiva sobre las clases medias y bajas. Las inversiones españolas en Portugal siguen criterios dispares, mientras las empresas pequeñas se retiran incapaces de soportar por más tiempo los efectos de la crisis, alguna de las grandes aprovechan esta coyuntura para posicionarse. Tanto Aníbal Cavaco como José Sócrates tienen un perfil y unos fundamentos de probada trayectoria en la gestión económica, y serán capaces de sacar al país del estancamiento, aunque para ello sea preciso tomar medidas poco populares como el recorte del gasto público, el despido de funcionarios junto a probables reajustes en el Servicio Nacional de Salud, o ampliar el peaje de algunas de las carreteras públicas. Otro de los riesgos que pudiera sufrir su economía es el del transfugismo de algunos de los empresarios portugueses, al considerar más interesante invertir en España.

Este vigésimo segundo encuentro entre los primeros mandatarios de ambos países, no debe convertirse en otra oportunidad fallida, ni reducirse a un catálogo de buenas intenciones o de acuerdos retóricos; por solidaridad y por interés, es necesario establecer verdaderas relaciones de cooperación con Portugal. No es suficiente con derribar ese espacio de indefinición que suelen ser las fronteras, sino que hay que construir sobre ellas lugares abiertos, con vías de comunicación que hagan posible el desarrollo de iniciativas conjuntas, una interacción entre países históricamente llamados al encuentro y a la colaboración.

*Profesor