El 2 de octubre se celebrará en Guarda la Cumbre Luso-Española del 2020. Estos encuentros para abordar cuestiones bilaterales se iniciaron en 1983 y ya se han celebrado en 30 ocasiones. A tenor de los resultados, debería hacernos pensar que son reuniones de amistad y buenas intenciones más que de trabajo para afrontar problemas y generar soluciones. Claro que ha habido resultados, 40 años dan para avanzar en muchos temas, pero la sensación es que hay problemas que se han eternizado o han ido a peor. Los dos países siguen dándose las espaldas. En estos años se han desarrollado algunas infraestructuras comunes, se han resuelto asuntos sanitarios, de lucha contra incendios o del roaming. Es lo mínimo estando dentro de la UE, con la frontera común entre dos países más extensa de Europa y con una intensa actividad comercial. Pero seguimos estando muy distantes siendo y con un espacio de contacto que más parece un cordón sanitario que una zona de encuentros. En estos años han ido disminuyendo las conexiones ferroviarias. Es incomprensible que en Alqueva existan normas distintas de navegación en cada orilla, que los vecinos de Cedillo y Montalvo tengan que recorrer 100 km para verse porque solo los fines de semana está abierto el puente que los une.

Es intolerable que en la Cumbre Ibérica de Figueira da Foz en 2003 se aprobase que en el 2010 se podría ir de Lisboa a Madrid en AVE pasando por Caya en dos horas cuarenta y cinco minutos, y a estas alturas, como muy pronto, será en el 2028. O que en la Cumbre de Braga del 2008 se aprobase crear en Badajoz del Centro Ibérico de Energías Renovables y Eficiencia Energética y nadie sepa nada de esto. Y así podríamos citar cientos de casos. Pero no debemos resignarnos. Tenemos derecho a recuperar la confianza. En esta próxima Cumbre Ibérica se va a aprobar la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo. Llevan meses trabajando los dos países en esta estrategia común. Los fondos que llegarán de la UE los próximos años abren grandes oportunidades. Ahora parece que hay una contundente voluntad. A pesar de los antecedentes y las circunstancias yo confío que ha llegado el momento. Ahora o nunca.