Si Mariano Rajoy pretendía adaptar su primer debate del estado de la nación como presidente del Gobierno a sus habilidades parlamentarias y a sus intereses coyunturales, hay que concluir que lo consiguió. La primera jornada del debate fue escenario del choque entre dos fajadores, él mismo y Alfredo Pérez Rubalcaba, que trataron los temas que preocupan al país, la falta de trabajo y la corrupción, más como armas arrojadizas que como materia de análisis y de posible pacto. El presidente inició y terminó su intervención aludiendo a la herencia recibida. Acabó con esta frase: "Hoy tenemos un futuro, cosa que hace un año no teníamos". Incluso se remontó a 1996, cuando el PP de José María Aznar llegó al Gobierno. El objetivo de Rajoy era pasar la maroma llevando el agua a su molino. Lo logró. Quizá esa convicción le llevó a tratar con cierto desdén al líder de la oposición en el turno de réplica --"Usted tiene una historia", le repitió a Rubalcaba--, a quien incluso desdeñó su petición de dimisión con un "a mi, la suya no me interesa".

La parte central del balance de Rajoy de su primer año de gestión se centró en la economía. Aunque el mensaje fue que ha dedicado ese tiempo a desandar los pasos dados por el PSOE, a corregir los errores de vivir por encima de nuestras posibilidades y a iniciar en el 2012 las reformas que otros países comenzaron en el 2008, no se resistió a presumir de los primeros brotes verdes de sus esfuerzos. No se refirió a ellos en esos términos, utilizados por el Gobierno de Zapatero y denostados por el PP, pero sin duda es lo que hizo cuando anunció con cierto triunfalismo que la balanza de pagos por cuenta corriente del final de año arrojó superávit. Y lo presentó como el primer síntoma del futuro crecimiento y de la posterior creación de empleo. También cayó en la tentación de hablar del aumento de la competitividad de las empresas. Aunque es cierto que las exportaciones mantienen el pulso, la mejora del saldo exterior obedece en gran medida a la retracción del consumo y su consecuente reflejo en las importaciones, que han caído de forma drástica.

Rajoy presentó, además, dos planes de estímulo. Uno referido a la financiación de las pymes, para el que se movilizarán 45.000 millones, y otro de fomento del empleo juvenil en los términos que ayer adelantó este diario y en el que se invertirán 3.500 millones. El capítulo dedicado a la corrupción se convirtió en todo un rifirrafe, como era de esperar. Rajoy formuló varias propuestas y brindó un acuerdo al resto de los grupos parlamentarios.