El Parlamento francés ha aprobado una nueva ley viaria que amplía hasta 10 años de prisión la pena a quien provoque una muerte por conducir de forma temeraria. La normativa establece un carnet por puntos más exigente para los conductores noveles y pretende que los vehículos nuevos estén equipados con un regulador de velocidad.

El mensaje a la sociedad es taxativo: ya no se habla de imprudencia al volante sino de "delincuencia viaria". Se trata de un drástico cambio de mentalidad para atajar la sangría de vidas en las carreteras. Es un aldabonazo necesario en las conciencias de los automovilistas, una vez comprobado el fracaso de las campañas de concienciación y las multas.

Quizá España deba seguir pronto por la misma senda. Aunque antes de imitarla deberían agotarse otras posibilidades. Por ejemplo, lograr que la red viaria esté señalizada dignamente. Introducir el carnet por puntos. Ampliar la política de radares disuasorios. Lograr una presencia activa de policía en las carreteras. O, antes de ampliar los sanciones penales, conseguir que las ya existentes en nuestro país, simplemente, se apliquen.