A ver si disciernen Vox y otros -ya va siendo hora-, que para que haya bienestar en la sociedad, debemos ocuparnos de la dignidad y supervivencia de todos. Por eso, si las mujeres no tienen las mismas oportunidades que los hombres ni gozan del mismo reconocimiento, es inaceptable el «trato por igual». Y como la justicia debe ser imparcial atendiendo a criterios objetivos, no puede ser neutral: con equidad ha de proteger a la víctima, el eslabón más frágil.

Para progresar, la política debe dictar leyes que tengan en cuenta a los sectores más arbitrariamente tratados de la población. Lo entendió mejor Aristóteles: «Es tan injusto tratar igualmente a los desiguales, como tratar desigualmente a los iguales».

Los que piden el «trato por igual» deben entender que éste llegará el día en que la sociedad erradique toda violencia o discriminación por razones de raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. En nuestra mano está que llegue pronto.