Los pacientes de cáncer, sus familias y aquellos que sobreviven a la enfermedad tienen una sólida tradición de asociacionismo, que hace tiempo se abrió a amplias capas de la sociedad. Estas asociaciones son muy activas en la organización de actos de concienciación y divulgación de todo tipo y de recogida de fondos. Si habitualmente estos fondos se destinaban sobre todo a ayudar a los pacientes y a divulgación, de un tiempo a esta parte está surgiendo un nuevo uso: el micromecenazgo de investigación para que los científicos pueden desarrollar la lucha contra la enfermedad. Este crowfunding aplicado a la investigación no es un fenómeno que se da solo en el mundo de la lucha contra el cáncer, pero sí es en el estudio de esta enfermedad donde, gracias a su potente red asociativa, se están empezando a ver los primeros frutos de esta colaboración entre la ciencia y la sociedad. Las donaciones individuales a equipos científicos u hospitales en concreto es una tradición largamente establecida en países europeos como Alemania y el Reino Unido y en Estados Unidos, donde cuentan con unas deducciones y ayudas fiscales que científicos y asociaciones reclaman también en España. La colaboración entre ciencia y sociedad es muy positiva no solo en términos económicos, sino también para dar a conocer la labor de los científicos, crear vocaciones y presionar a los poderes públicos para que doten al I+D de los fondos necesarios. El micromecenazgo debe ser el complemento de una decidida apuesta por la ciencia y la investigación.