TFtour more years . Tres palabras, ni una más ni una menos. Con esta economía del lenguaje Obama anunciaba que había sido reelegido presidente de Estados Unidos. No pronunció estas palabras en un acto público organizado por su partido, rodeado de apasionados y sonrientes compañeros de fatigas políticas, sino en Twitter, que acaba de cumplir diez años de existencia. Puede parecer extraño que la persona quizá más influyente del planeta eligiera dar a conocer un hecho tan relevante en una red social, pero no hay que olvidar que Twitter ya tenía entonces (2012) preeminencia universal.

Twitter es un arma. Un arma de destrucción masiva (puede destruir la reputación de una persona en cuestión de horas, incluso aunque la información sea falsa), pero también un arma de asistencia social: puede generar una reacción en cadena para promover causas nobles. Twitter es el cielo y el infierno, en 140 caracteres.

Atentados, entrega de Oscars de Hollywood, detenciones de yihadistas, accidentes de tráfico, catástrofes naturales, declaraciones de políticos, bodas y divorcios, amores y desamores, todo está en Twitter, tanto que uno duda si esta red social recoge todo lo que ocurre en el mundo o es el mundo quien escenifica las noticias que le gustan a Twitter.

En las noches de mi infancia el cierre de emisión televisiva nos indicaba que era la hora de marchar a la cama. La vida ya no es lo que era antes, y menos aún las camas. Hemos pasado de la escasez de información a la información sobredimensionada, del apagón informativo a la contaminación lumínica por exceso de noticias, hemos pasado de no saber nada a creer que lo sabemos todo.

Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp, los teléfonos inteligentes se han convertido en los faros de la auténtica posmodernidad. Nada de lo que hagas parece importante si el ancho mundo no aprieta el botón Me Gusta . Eludir los preceptos de esta nueva era tecnología te condena al ostracismo o quizá a la felicidad y a la sabiduría... No estoy muy seguro.