Difamar, según la Real Academia consiste en desacreditar a alguien, de palabra o por escrito, publicando algo contra su buena opinión o fama. Otros diccionarios añaden que además debe hacerse con intención de dañar. Nuestra sociedad actual está hecha a la difamación, pues dados los comportamientos sospechados, demostrados y demostrables o indemostrables de tantas personas famosas o famosillas de la farándula, la política, el deporte, la aristocracia, la realeza y demás parientes, resulta muy difícil establecer cuándo se está difamando y cuándo informando. Y es cierto que la información contrastada y veraz, sin ánimo de perjudicar es esencial en democracia y garantía de que no existan privilegios injustos.

En estos días tan apasionantes políticamente y tan raros, asistimos al relevo de los padres de la patria y demás responsables de nuestro futuro, --si Europa les deja-- y nos acostumbramos entre el pánico y la resignación a que la prima de riesgo recorra la montaña rusa que decide Standard and Poor's. Rajoy dosifica mensajes de que nos esperan enormes sacrificios, como si, preparándonos progresivamente para un recortazo inevitable y terrorífico, cuando llegue vaya a parecernos menos. Y se nos presenta como entretenimiento idóneo para el cotilleo escandalizado al actual villano nacional, el último ejemplo de la veleidad de la Fortuna, el antes encumbrado y ahora difamado en todos los medios. Ni presunto, ni desde luego posible inocente, una inflación informativa no sé si muy justificada, hecha de filtraciones e instrucciones secretas aireadas por arte de birlibirloque hace que con Urdangarín nos levantemos y con él nos acostemos en radio y televisión. Ni yo misma, que esto escribo, creo en su integridad. ¿Como voy a hacerlo, si hasta la Casa Real, en reacción tardía u obligada, por miedo a la contaminación, se refiere a él como "no ejemplar"? Recuerdo con malestar cómo se condenó urbi et orbi a Marta Domínguez , y cómo al fin resultó exculpada. ¿Que no es lo mismo? Puede. Y sin embargo echo de menos algo más de prudencia.