La drástica y sorprendente decisión que ha tomado la actriz Angelina Jolie al someterse a una doble mastectomía preventiva ha puesto el foco informativo sobre un aspecto particular del cáncer de mama y de ovarios, el de las mutaciones de dos genes (BRCA1 y BRCA2) que predisponen a contraer de forma hereditaria dichas enfermedades.

No son los cánceres más frecuentes. Solamente el 5% tienen un origen hereditario, pero pueden ser altamente agresivos y este es el riesgo que con su decisión ha querido evitar la actriz, de 37 años, al someterse a la intervención quirúrgica a raíz de que su madre falleciese a los 56 años víctima de un cáncer y los médicos hubiesen estimado que tenía un 87% de riesgo de contraer el cáncer de mama y un 50% de contraer el de ovarios.

Demasiadas veces el silencio que rodea ciertas enfermedades, como ocurre con el cáncer, es un grave lastre para las personas que las padecen. Al hacer públicas las operaciones a las que se ha sometido, Angelina Jolie ha dado un paso adelante para romper este tabú y sacudir, a la vez, los prejuicios que tiene la industria cinematográfica de Hollywood sobre el cuerpo de la mujer.

Sin embargo, cuando se trata de enfermedades siempre existe el riesgo de provocar alarmismo. Que la actriz haya optado por una medida preventiva radical no significa que otras mujeres con las mismas alteraciones genéticas deban seguir los pasos que ha dado la mujer del también actor Brad Pitt.

De conocerse la predisposición, lo fundamental es estar bajo vigilancia médica. Entre los facultativos consultados, por ejemplo, abundan las opiniones contrarias a este tipo de medidas extremas, como la tomada por la actriz, favoreciendo la opción de los controles muy rigurosos. La difícil decisión de Angelina Jolie plantea también la cuestión de las patentes de los genes humanos dado que la prueba para detectar su mutación pertenece a una empresa que actúa en Estados Unidos en régimen de monopolio.