A doce discapacitados psíquicos de Zafra que iban acompañados de cinco monitoras se les negó la entrada al baile público que el Centro Recreativo Segedano había organizado el pasado 4 de febrero. Un grupo de socios, temerosos de que fueran "a reventar el baile", presionaron al secretario, Francisco Yepes, para que le impidieran el paso. Una triste historia, de la que, no obstante, hay que sacar algunas enseñanzas positivas: la primera, la inmediata reacción de las asociaciones en defensa del derecho de todas las personas a disfrutar de la vida. La segunda, la actitud del propio secretario del centro que, avergonzado, dimitió y admitió "haber metido la pata". Falta una tercera: que los que pensaron que aquel grupo de vecinos eran "reventadores" de un baile, den la cara y también se disculpen.