Martes, 12 de febrero. No caeré en la fatuosidad leirepajiana (si dejo sólo el apellido suena mal, pero que muy mal) de decir que se produjo en ese día una conexión planetaria. Porque, además, nunca supe muy bien qué significaba lo que solemnemente se anunciaba como un evento. Pero lo cierto es que hubo coincidencia en el mismo día de dos actos a los que los curiosos impertinentes debíamos estar atentos. De esos que dejan poso una vez terminados. Para reflexionar, para debatir. Y para criticar, faltaba más. Uno, ya programado, y el otro, (creo) más espontáneo, y esto en más de un sentido. Empiezo por el segundo.

Así estábamos el martes, en esa hora en la que el almuerzo queda exasperantemente lejos y ha pasado la del café de los funcionarios (nada en contra, no se me solivianten que lo veo venir), cuando salió a la palestra pública nuestro presidente autonómico. Monago lo hizo apegado a su estilo, llano, directo y sacando pecho, apelando al orgullo de todos los extremeños. Algo así como la victoria es de todos, nadie confiaba en nosotros, y los partidos duran noventa minutos. Todo en un tono casi épico de la proeza conseguida. Porque hablaba de victorias y otros logros. Y sobre eso, los mensajes que quería lanzar los desgranó con portentosa claridad. Lo ha dejado todo clarito, clarito. Y con contundencia y destinatarios señalados. Nada de montañas lejanas o desiertos remotos.

Para eso están este tipo de intervenciones, y por eso el presidente, flanqueado de sus halcones económicos, elaboró el discurso programado del que sabía que la orilla estaba más cerca de los que los demás pensaban. Si pensábais que nos íbamos a ahogar, aquí nos tenéis, sequitos para que conste. Una proclama henchida de jactancia extremeña, de contenido netamente político y envuelto en ropajes económicos. Porque el mensaje era muy claro: Extremadura tendrá un déficit al cierre de 2012 del 0.97%. No sólo por debajo del límite exigido, que era el 1,5%, sino del umbral del 1%, convirtiéndose en la región con menor porcentaje de déficit del país. Cumplimos. Y no os lo creíais. Así que, a lo Fernando Alonso , gracias solamente a todos los extremeños. ¿Y a alguien más? No.

XY EN ESTEx punto, Monago empezó diestramente a repartir dialécticos mandobles. Me da que no se dejó mucho en el tintero: a MoodyIs, que os equivocásteis y eso tiene un coste, perdonamos pero no olvidamos, apuntad; a las regiones incumplidoras, que no valen excusas de mal estudiante y dejad de acudir al Fondo de Liquidez que esa caja es de todos; a Europa, que los que cumplimos estamos los primeros, así que vete ayudándome a reactivar esto que yo he hecho lo mío; a los periodistas, chicos que no creáis a los de fuera, que os cuelan de todo. Preguntad aquí que os dijimos que íbamos a cumplir... Ni una bala en la recámara. Ni una factura por cobrarse.

Y es de agradecer que lo que venía asentando en su discurso, lo confirmara en la respuesta a los periodistas. No obvió pregunta, por incómoda que fuera, ni se negó a hablar de la oposición (de dentro y de fuera de su partido). No balbuceó vagas imprecisiones. Respondió y punto. Hizo hasta un calendario para superar la situación económica actual. Y todo ello, dejando de lado esa terrible dictadura de la corrección política, que es lo más incorrecto a lo que puede agarrarse hoy en día un gestor público ahora cuando se dirige a los ciudadanos.

Además, aderezó su político discurso (que es lo que era) con el mensaje más sensato que he oído en tiempos a un político español: lo primero que teníamos que hacer era poner las cuentas en orden con seriedad y rigurosidad. Y así convertirnos en destino de inversión. No creando puestos artificiales de trabajo con dinero público. Vaya, ¡uno que lo ha entendido!

Y, como en las series, mientras tanto en Madrid. Ay, en Madrid. Lo del Congreso y Draghi tuvo un color más extraño. A puerta cerrada, sin móviles, cámaras o lo que se tercie, Draghi pasó como un fantasma, como una visita indecorosa, entre nuestros elegidos representantes. Una muestra más de que la transparencia política en España estorba. Como que no cuaja. Por no decir directamente que nuestros políticos se la pasan directamente por el forro. Lo peor, el espantoso ridículo posterior: sólo unas horas después esa comparecencia cerrada era emitida en abierto por el Banco Central Europeo en su página web. ¿El mensaje? Nada que justificase ese cerrojazo. Pero en esas estamos.