Quijote: ¡No me niegues querido Sancho que lo que ven mis ojos es un gigante negro con enormes brazos de hierro!
Sancho: No mi señor, no le niego, pero aunque negro parece tal gigante más que churrascado está. La batalla que vuestra mercé quisiera aquí librar ya está librada.
Quijote: ciertamente, amigo Sancho, el agravio aquí acometido ha debido ser de alta empresa .
Sancho: ¡De alta empresa se trata, mi señor!, de poder y moneda como todo lo que acontece por estas tierras.
Quijote: ¿Qué historia de malandrines habrá tenido lugar aquí?
Sancho: Dicen, mi señor, los que dicen que no paran de decir, que el gigante que vuestra merced ve, el tal gigante tenía a la altura de la barriga, cuando ardía cual hoguera, dos caballeros del ejército que llaman ¡de bomberos! Y dicen que otros dicen que tal vez fueran fantasmas o que pudiera ser que se tratase de algún encantamiento.
Quijote: ¡Cuánto dices Sancho!
Sancho: No mi señor, lo dicen ellos, los villanos de esta villa. Pero digo yo en lo que yo entiendo que nuestras andanzas con sus desventuras y sus historias de caballerías se quedan cortas y que nuestro creador se asustaría al ver que la locura del mundo va en aumento.
Quijote: Mi querido amigo y servidor, ¡tú sí eres un hombre curdo!
¡El Quijote cuenta con un caballero de la triste figura, nosotros contamos con muchas figuras tristes y ningún caballero. MARIA ZARZA RUIZ. Cáceres