He de reconocer que cuando en el escaparate de una librería, vi por primera vez el libro ¡Indignaos! , me llamó la atención y quise saber quién era Stéphane Hessel, su autor.

Supe que sólo tenía 93 años y ya empezaron los problemas, mis dos indignaciones. ¡Qué fácil debe resultar hablar o escribir sobre determinados temas a esa edad! Si hubiera tenido algunos años menos, ¿se habría atrevido a escribir un libro con ese título? Yo creo que no y las razones las da él mismo en lo que surgió, según él mismo ha declarado, "de manera natural, como una conversación" entre el autor y la editora.

Con esto no quiero desmerecer en absoluto su persona, su biografía y tampoco el trabajo de quien ha sabido hilvanar un discurso que, sin decir nada nuevo, nada que no supiéramos ya, ha conseguido ser, cuanto menos, oportuno.

Uno de los apartados lo titula: "Mi indignación a propósito de Palestina" y aquí es donde se produce mi segunda indignación. ¿Dónde queda el Sáhara y su conflicto? Ni una sola palabra. Parece que al señor Hessel, los hechos que les están ocurriendo hoy mismo al pueblo saharaui y sobre todo en los territorios ocupados, no merecen el calificativo de actos asimilables a crímenes de guerra y quizás, en ciertas circunstancias, a crímenes contra la humanidad .

He leído y estudiado mucho sobre el Sáhara y su conflicto, y no recuerdo haberme encontrado nunca con el nombre de Stéphane Hessel. Parece que para este señor, la masacre del pueblo saharaui durante su éxodo, la guerra, el levantamiento de otro muro de la vergüenza que hoy sigue en pie y al que además, también desde hace unos años, hay marchas pacíficas pero reivindicativas y que él parece desconocer y la violación continua de los derechos humanos en los territorios ocupados, no le suponga motivo de indignación. Por todo ello, tras leer el alegato en internet quiero finalizar con dos cuestiones. La primera, es que me alegro de no haber colaborado con mi dinero a enriquecer al autor y editora. Y, la segunda, que yo también invito a los jóvenes y no tan jóvenes a indignarse, pero con cuidado de a quien se sigue en esta tarea, que ha de hacerse, en todo caso, con criterio y recordarles que para mostrar la indignación hay muchas vías y que cada cual debe pensar la que a él le conviene, y seguirla.

José M Sánchez y Torreño **

Plasencia